Según la historia, un pirata francés enterró un tesoro en la zona este del arroyo Maldonado, en lo que hoy se conoce como el balneario El Tesoro. Tres siglos después, un ciudadano argentino afirma haber encontrado "lo que queda de ese botín".
El descubridor, que prefiere mantener su identidad en el anonimato, informó sobre el hallazgo a la Intendencia de Maldonado y posteriormente envió una carta al presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, buscando respaldo oficial para proceder con el desentierro.
En la carta, también dirigida al intendente Enrique Antía, el argentino expresa su deseo de consensuar las condiciones para desenterrar el tesoro, reconociendo su estatus de extranjero en el país. "Habiendo descubierto, casualmente, el llamado Tesoro de la Barra de Maldonado, solicito una entrevista para consensuar su desentierro", escribió el hombre en su misiva.
Hallazgo
El argentino explicó que el descubrimiento fue posible gracias a un sofisticado dispositivo que detecta metales nobles como el oro, la plata y el cobre, elementos que suelen componer los tesoros históricos. A diferencia de los detectores de metales comunes, que a menudo marcan objetos de menor valor, como latas de cerveza, este equipo de alta tecnología, fabricado en Estados Unidos, está diseñado para ignorar los metales ferrosos y concentrarse exclusivamente en los metales preciosos. "Este aparato tiene una precisión impresionante, es de lo mejor en el mercado, y no tiene sensibilidad magnética", detalló en una entrevista radial.
El hallazgo se produjo varios meses atrás, cuando el dispositivo detectó una señal al este del arroyo Maldonado, despertando la curiosidad del hombre. Al investigar más sobre la zona, descubrió la leyenda local que relacionaba el lugar con un antiguo tesoro pirata. “Me di cuenta de que en esa área no se realizan trabajos subterráneos, como tuberías o caños, lo que aumentaba las posibilidades de que realmente fuera el tesoro de La Barra o lo que queda de él”, explicó.
El tesoro, o los restos de él, estaría enterrado a una profundidad que oscila entre 80 centímetros y dos metros, una distancia coherente con los métodos de entierro utilizados por piratas en el pasado. Sin embargo, pese a haber comunicado el descubrimiento a la Intendencia de Maldonado en enero de este año, el argentino expresó su descontento por la falta de respuesta oficial. "Me sorprende que la Intendencia no haya organizado una reunión al día siguiente de recibir mi informe. Si esto es realmente un tesoro, sería un hallazgo de gran importancia para el departamento", comentó.
Tras varios meses de intentos infructuosos, en los que su solicitud fue derivada a diferentes ministerios y áreas gubernamentales sin resolución alguna, el hombre decidió enviar una carta directamente al presidente Lacalle Pou, en un último esfuerzo por obtener el apoyo necesario. Hasta el momento, no ha recibido ninguna respuesta oficial a su solicitud.
Mito o leyenda
La leyenda sostiene que algunos de los piratas más conocidos que asolaron el Atlántico Sur entre los siglos XVII y XVIII optaron por esconder el producto de sus abordajes en algunos rincones de la entonces despoblada costa del actual departamento de Maldonado. El tesoro de los bucaneros habría sido escondido en la isla del lugar llamada Cahui o Isla de los Indios.
Don Carlos Seijo, en su libro “Maldonado y su Región” narra los pormenores de la llegada en 1888 de cuatro europeos en un pailebote, que fondearon al reparo de la Isla de Gorriti y se presentaron en el municipio de Maldonado para pedir la autorización correspondiente para buscar el tesoro. Los cuatro marinos fueron vigilados por dos centinelas y el lugar de los cateos recibió la visita diaria de Salvador Pallas, propietario de las tierras. Varios meses después los buscadores desaparecieron en su barco. Una lavandera de la zona halló una moneda de oro en el bolsillo del pantalón de uno de los marinos. En el lugar de la búsqueda fue hallada una gran caldera de hierro y varias cajas de plomo empleadas en esa época para guardar productos panificados a bordo. Luego se conoció que los misteriosos marinos abonaron algunas deudas con monedas de oro. (Correo Punta del Este)
