El padre Lucho, como se lo conoce, fue nombrado el jueves oficialmente párroco dela iglesia de Itatí, en la localidad bonaerense de Pablo Nogués. Como se festejaba el día de la virgen, convocó a los fieles a realizar una procesión por el barrio.
Pero no fue sólo una caminata, porque durante el recorrido se realizó un "escrache" en el frente de todas las viviendas de la zona que comercializan drogas a niños y jóvenes.
El cura contó al Diario Popular que desde hace muchos viene trabajando con la comunidad "el flagelo de las adicciones a los distintos venenos, que son comercializados muchas veces por sus propios vecinos, tal vez sin tener plena conciencia del daño que causan, no sólo entre los chicos, sino también a las familias".
Durante la mañana, cientos de personas decidieron acompañar al padre Lucho por las calles del barrio La Cabaña.
De la procesión participaron, además de feligreses, personas recuperadas de su adicción a las drogas y sus familias. "Lo que venimos tratando de realizar es brindar un mensaje a las familias, y nos enfocamos en los más chiquitos, que son los más vulnerables", dijo el sacerdote.
De la marcha participó el especialista en adicciones Claudio Izaguirre, que se desempeña en comuna de Malvinas Argentinas dirigiendo programas de rehabilitación y contención de adictos, y dijo que "el padre Lucho tiene una postura hostil contra los vendedores de drogas y una actitud paternal, contenedora y rehabilitante con los niños y jóvenes que la consumen".
"Ha decidido, con muchísima valentía y coraje, poner un claro límite a aquellos que se dedican a envenenar adolescentes, para lo cual ha trazado una serie de mensajes parroquiales directos y concretos", señaló Izaguirre, titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina.
Para el padre Lucho, "es vital que la sociedad en su conjunto decida dar esta pelea en contra de la venta y consumo de drogas, aún más cuando el objetivo del narcotráfico son los chiquitos, porque una vez que logran agarrarlos, es muy difícil sacarlos".
"El mensaje se dirige a todas las instituciones de la sociedad, para que se trabaje en red, trazando puentes, y de esa forma lograr que los chicos estén ocupados, en las escuelas, aprendiendo música y arte, deportes y otras actividades, lejos de los vendedores", agregó.
"Lo que hicimos en la procesión fue proponerle a la gente pasar por el frente de las casas donde sabemos que venden drogas a nuestros chicos y enviar mensajes concretos, de que están colaborando a convertir las vidas de sus vecinos en infiernos. Es nuestra manera de que se interpelen. Porque seguro que en esas casas, la venta de drogas es un ingreso de dinero para afrontar la vida, pero se hace a costa de despedazar familias. Es tremendo lo que ocurre con cada caso de adicción", dijo el religioso.
Asimismo, Lucho manifestó que "una deuda pendiente de todos los que integramos esta sociedad es tomar conciencia de cómo estamos, y lo que podemos hacer para mejorar el modo en el que estamos conviviendo, y me hace muy feliz que cada vez mayor cantidad de ciudadanos participen y digan basta".