Dos hombres se convirtieron hoy en las primeras víctimas fatales del Covid-19 en el barrio Villa Azul, ubicado entre los municipios bonaerenses de Quilmes y Avellaneda, en el que hasta el momento se registraron 276 casos.
Fuentes del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires confirmaron a NA los fallecimientos de los dos pacientes: se trata de un hombre de 69 años, que estaba en el Hospital Fiorito de Avellaneda, y de otro de 77, que se encontraba internado en el Hospital Iriarte, de Quilmes.
<h5>En grupos de riesgo</h5>
Se informó además, que el hombre de 69 años, quien tenía diabetes e hipertensión arterial, había sido detectado el 24 de mayo pasado por los promotores de salud en el operativo Detectar, y en ese momento dijo que tenía síntomas desde el 18 de mayo.
En tanto, el otro fallecido, que presentaba como comorbilidad hepatopatía crónica, comenzó con síntomas el 22 de mayo y a los tres días fue a consultar a la unidad sanitaria de Villa Azul en donde se realizaba el operativo Detectar.
La Villa Azul permanece vallada y aislada desde que se detectaron numerosos casos de contagios entre sus habitantes.
<h5>53 casos en un día</h5>
Villa Azul, donde viven aproximadamente 4.000 personas, quedó cercada en una cuarentena propia desde el 24 de mayo, después de que se detectaran de repente 53 casos en un día. Los vecinos con síntomas fueron sometidos al testeo y los casos positivos se trasladaron, según la gravedad, a hospitales de la zona o a lugares de aislamiento, como la Universidad Nacional de Quilmes.
Se cree que el foco de contagios en Villa Azul se dio en una canchita de fútbol ubicada en la zona del barrio conocida como "La Toma", del lado de Quilmes (en referencia a un sector de viviendas sin terminar), el sector más vulnerado de todo el barrio.
Los vecinos y vecinas coinciden en que ahí comenzó todo. "Se contagiaron todos ahí, no respetaron nada. Hacían campeonatos hasta las seis de la mañana. No respetaron nada y son hijos del rigor", dijo a Infobae a fines de mayo Marcos Rubén Bonda, un hombre de 65 años, para quien "la construcción de esa cancha fue una maldición".