Luego de 13 horas de avión y 10.103 kilómetros desde Roma, Francisco, arrancó ayer aquí su primera gran gira por América latina, su continente, una maratón de siete días que también incluirá Bolivia y Paraguay.
El regreso "a casa", como él mismo confesó en el avión al charlar informalmente con los periodistas, fue coronado por una recepción triunfal. Y un primer llamado del Papa al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, a "valorar las diferencias" y "fomentar el diálogo", justo en momentos en que el país vive una gran polarización debido a dos cuestionadas leyes sobre herencia y plusvalía, y a poner especial atención en los más vulnerables, "que son la deuda que todavía toda América latina tiene".
"En el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América latina tiene", dijo el Papa en su primer discurso de una gira que durará hasta el domingo. "Para esto, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia", aseguró.
Con un territorio más chico que la provincia de Buenos Aires y poco más de 15 millones de habitantes, desde hace unos años Ecuador vive un período de bonanza. Posibles gracias al petróleo (el país posee la tercer mayor reserva del continente después de Venezuela y Brasil), las reformas sociales de Correa lograron una reducción de la pobreza estimada en un 9% entre 2006 y 2011, aunque la oposición cuestiona estas cifras. Además, un crecimiento anual del PBI del 5%. No obstante, las desigualdades siguen a la orden del día. De ahí, el llamado de Francisco a una mayor atención a los más vulnerables.
Miles de personas se movilizaron para recibir al primer papa latinoamericano, de 78 años. Cuando su papamóvil cruzó las calles de Quito, hubo un estallido de júbilo entre la población, mayoritariamente católica. Los 2850 metros de altura de esta ciudad enclavada en la falda del volcán Pichincha no afectaron al Papa, que, pese al cansancio de un viaje agotador, se contagió del entusiasmo popular. "Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América latina y estar hoy aquí con ustedes, en esta hermosa tierra del Ecuador", dijo en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto.
En su discurso Correa destacó su sintonía total con las ideas de Francisco. Y elogió como nunca al jeje de la Iglesia Católica, al que definió como "un gigante moral para creyentes y no creyentes". Coincidió con sus denuncias contras las injusticias sociales de América latina, habló de "patria grande" -concepto que comparte Francisco-, de la necesidad de que "se acaben los descartables de la sociedad" y citó varios temas de su última encíclica Laudato si', como la "deuda ecológica de los países pobres".
"Agradezco su consonancia con mi pensamiento, me ha citado demasiado, gracias", le dijo a su turno el Papa, que auspició también sus "mejores deseos para el ejercicio de su misión". El ex arzobispo de Buenos Aires recordó que había estado en Ecuador en distintas ocasiones por motivos pastorales, y subrayó: "Vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo". Destacó, por otra parte, que en Ecuador está el punto más cercano al espacio exterior: "Es el [volcán] Chimborazo, llamado por eso al lugar más cercano al sol, a la luna y las estrellas. Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la iglesia, la comunidad; nadie, excepto Jesús, tiene luz propia", sentenció.
Luego de manifestar su deseo de "abrazar al Ecuador entero", le hizo a su gente un pedido: "Nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de cuidar de sus niños y ancianos, de confiar en la juventud, y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su país".
Durante el vuelo, poco después de despegar del aeropuerto romano de Fiumicino, el Papa fue a la parte trasera del avión a saludar, uno por uno, a los 75 periodistas que lo acompañan en la gira. En un clima distendido, no tuvo problemas en bendecir objetos o sacarse selfies. No sólo ostentó enorme paciencia, sino su clásico humor. "Es más dulce que mi rostro agrio", bromeó, cuando Priscilla Quiroga, periodista boliviana, le regaló unos chocolates. Movió la cabeza contrariado, diciendo "uh, los penales...", al comentar el resultado de la final entre Chile y la Argentina por la Copa América. Cuando alguien le preguntó si estaba contento de regresar a su continente, a sus raíces, por supuesto asintió, y dijo: "En un rato estamos en casa".
<b>El primer día de una intensa agenda</b>
Ecuador
Ayer
14:43
El avión de Air Italia que lleva al Papa aterriza en Quito. Minutos después desciende de la escalerilla y el fuerte viento le vuela el solideo. El presidente Rafael Correa y su esposa lo esperan al lado del avión. Correa recibe con un afectuoso abrazo a Francisco, que en el aeropuerto da el primer discurso de su gira por América latina.
"Que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América latina tiene"
17:00
Con banderas ecuatorianas y del Vaticano, una multitud aclama al Papa durante su primera recorrida por Quito en el papamóvil
18:15
Francisco llega a la Nunciatura, donde descansó tras el largo viaje
<b>Hoy</b>
9:00
Sale rumbo a Guayaquil
11:15
Santa misa en el Santuario de la Divina Misericordia
17:10
Regreso a Quito
19:00
Reunión con Correa