En un extenso diálogo con Télam contó "su" Mundial y dijo que "la verdad me salieron las cosas bien, tanto a mi como a la Selección, lástima que no se dio todo, hubiera sido hermoso.
Estuvimos muy cerca, pero lo importante es que no nos podemos reprochar nada como grupo, porque dejamos todo".
"Para mi no era sencillo, porque se decían un montón de cosas, pero era conciente que me jugaba mucho, así lo encaré y con el apoyo del cuerpo técnico y de mis compañeros creo que pude cambiar la opinión que tenían de mi. Yo nunca dudé de mis condiciones y eso también fue clave", prosiguió Rojo.
El defensor añadió que "a Alejandro (Sabella) le voy a estar agradecido toda la vida, fue clave en mi carrera. Me ayudó y me bancó mucho, como también lo hicieron la Bruja (Verón) y el Chavo (Desábato) en Estudiantes, y toda la gente del club, que es mi segunda casa. Me enseñaron a cómo manejarme, me dieron buenos consejos y me los siguen dando, porque el teléfono siempre suena".
"Siempre siento que están detrás mio. Por suerte les pude devolver algo de todo lo que confiaron en mi", agregó el defensor.
Más adelante recordó que "hubo momentos claves en el Mundial. El gol no me lo voy a olvidar jamás y el cantito que me hicieron.
Me enteré de eso en el micro cuando volvíamos para Belo Horizonte y me lo empezaron a cantar todos los chicos. Me moría de vergüenza.
No lo podía creer. Y después el día que la saqué de rabona, porque a Chiquito (Romero) casi lo mato del corazón, pero preferí eso y no clavársela en el palo por pegarle de derecha".
Rojo se puso serio para hablar del grupo que se formó y destacó que "siempre estuvimos unidos, fuimos un equipo y perseguimos el mismo objetivo. Hubo excelente convivencia, dónde el más bromista era el Pocho (Ezequiel Lavezzi), que no para nunca y después Javier (Mascherano), que siempre habla de fútbol. Dentro y fuera de la cancha me trató de acomodar todo el tiempo. Un fenómeno".
El defensor se refirió a su posición de lateral y señaló que "en ese lugar me siento muy cómodo, pero en Sporting jugué toda la temporada de central y no tengo problemas. Sabella me ha utilizado más por el costado y me pidió siempre que me proyecte".
"Ahora no sé lo que pasará, porque el equipo cambió de técnico y no hablé todavía. Tampoco sé si me quedo ahí o me venden.
Se habla mucho, pero lo único concreto que tengo es que debo volver a Portugal", prosiguió el defensor.
Por último, se refirió a otro de sus aportes mundialistas, nada más que el túnel a Arjen Robben: "no me quedaba otra, le tuve que tirar un caño. Fue por necesidad, pero me miraba. Es un jugador tremendo, muy rápido, fuerte y habíamos hablado antes del partido que no le podía dar ni un centímetro. La orden era que tenía que pegarme a él y por suerte salió bien".
El Mundial marcó a Rojo, que hoy disfruta de unos días de descanso, mientras espera en intimidad que le tendrá preparado el futuro: "escuché cosas de España primero, ahora hablan de la Juventus, también algo de Inglaterra, pero no sé nada, aunque todo parece muy bueno".