Los adultos mayores son los más vulnerables a los efectos del coronavirus e integran el principal grupo de riesgo. Por esta razón, cada vez que uno de ellos logra superar la enfermedad, el festejo es aún más grande y conmovedor. Una muestra de ello es lo que ocurrió en el Centro Gallego de Buenos Aires: Sara, de 93 años, se sumó a la lista de los 2.872 recuperados en todo el país y, con aplausos y sonrisas escondidas detrás de los barbijos, el personal de la salud se lo hizo saber.
Las noticias alentadoras, valen mucho más en este escenario de crisis a nivel mundial, y la historia de Sara, es digna de dar a conocer para encender una luz de esperanza. Con 93 años, la anciana fue diagnosticada de Covid-19 el pasado 4 de mayo, luego de que la sometieran a un hisopado en el Hogar de Ancianos Beit Sion de Flores.
Silvia, su sobrina, contó: "En el Hogar apareció un caso positivo que luego se aisló y derivó a su obra social. Se solicitó a salud pública testeos a los residentes y empleados del lugar, pero dijeron que no porque no presentaban síntomas", recordó.
Pero para esta residencia, el no, no era una opción. Entre todos se unieron y mediante una campaña de beneficencia, juntaron el dinero necesario para comprar los test y diagnosticar a sus trabajadores y personas que están a su cuidado. Para su sorpresa y lamento, más de uno dio positivo en coronavirus: "Se hicieron los hisopados y aparecieron algunos casos positivos asintomáticos. Aislaron a todos los abuelos, cada uno en sus pisos, no compartían actividades, comedor ni nada, hasta que fueron derivados", manifestó Silvia.
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Uno de esos casos fue su tía: tras saber su diagnóstico, "la derivaron el Centro Gallego porque ella tiene PAMI", contó la mujer. Una vez en la clínica y por cuestiones preventivas, "la llevaron a terapia intensiva y no saturaba bien, le pusieron una mascarilla para ayudarla con el oxígeno", recordó.
A los dos días ya estaba preparada para pasar a Clínica Médica: "Allí estuvo hasta este martes que volvieron a hisoparla y dio negativo", explicó. "Tengo que destacar la excelencia tanto del Hogar como del Centro Gallego, por cómo se preocupan y cuidan a los abuelos. No tengo más que agradecimientos, tanto los médicos como el personal administrativo, fueron muy colaboradores conmigo. Todos los días me llamaron por teléfono para darme un parte y mantenerme al tanto", insistió Silvia.
A sus casi 94 años, la anciana está al tanto de todo lo que sucede y vive su años de vejez mucha lucidez. "En todo momento supo cómo era la situación: qué pasaba en el Hogar, de qué se trata el aislamiento... ¡Hasta hicimos videollamada!", recalcó su sobrina. Pero el desenlace de esta situación fue el más oportuno: "En el Centro Gallego la despidieron con muchos aplausos mientras le tiraban besos, de igual manera en la residencia, ella es muy querida", cerró emocionada Silvia.