Mariela "Chipi" Anchipi dejó atrás a la tímida coach de ShowMatch, para pasar a ser participante de Bailando 2017.
Su historia (la artística) comenzó a los ocho años en el Teatro Colón, el lugar donde encontró y formó su pasión por el baile, pero también el refugio que necesitaba en un momento muy especial de su niñez: "Tenía dislexia y en esa época en el colegio no entendían bien qué era lo que me pasaba. Lo que hacían era llamar a mi mamá para decirle que yo era una nena triste. Ella se angustiaba y no entendía cómo podía ser así en la escuela cuando en casa era feliz. Hasta que un día se dieron cuenta de que era feliz bailando. Fui a una clase de baile y la profesora le aconsejó llevarme al Colón. Ahí pude tener un aprendizaje diferente y súper valioso", dijo en una entrevista con el sitio <i>Ciudad Magazine</i>.
- El Colón es famoso por su exigencia, incluso con el peso de sus bailarinas. ¿Vos cómo lo viviste siendo tan chica?
- Sí, es verdad. Pero yo no la pasé mal porque tenía muchas condiciones físicas naturales y tengo un recuerdo hermoso. Gracias a ese lugar tengo un oficio y una profesión, así que estoy sumamente agradecida. Soy consciente de que compañeras y amigas mías no la pasaron tan bien, muchas se enfermaron. Es verdad lo del físico: nos pesaban y nos medían todos los meses, y no lo hacía un nutricionista sino la preceptora. Si hubiéramos tenido un especialista o un dietólogo que siguiera nuestro desarrollo hubiera sido distinto.
- ¿Te marcó mucho la dislexia?
- No. Sufría mucho cuando tenía que leer en voz alta o expresarme verbalmente. Pero no fue un trauma, lo pude superar. A mí me han pasado cosas en la vida que me ha dejado knock out pero no es la dislexia. Además, entré al Colón, donde el enfoque principal era el movimiento y el cuerpo, así que encontré otro camino.
- En ese camino de repente apareció Dady, ¿el amor llegó en un momento en que no te lo esperabas?
- ¡Totalmente! De verdad no me lo esperaba.
- Vos eras su coach en ShowMatch, ¿fuiste a un trabajo y terminaste con el hombre de tu vida?
- Sí, y sin darme cuenta. Él se dio cuenta de todo antes que yo. Lo conocía, estaba todo bien y me parecía divino, pero cuando me confesó su amor me surgió alejarme? ¡porque era un bardo! Así que al principio lo evitaba pero él tiene una manera de seducir y de buscar que me resultó irresistible.
- ¿Cómo fue esa declaración de amor?
- Me dijo que él sentía que cuando yo estaba, todas las cosas le resultaban más fáciles, que le gustaba saber en el día que me iba a cruzar porque le daba la energía para ir a trabajar, y que no importaba si yo no le daba nunca bola porque él valoraba que yo fuera ese incentivo en ese momento. Me dijo todo eso, se dio media vuelta y se fue. Al principio, cuando veía que me lo iba a cruzar, lo evitaba, soy bastante infantil en ese aspecto.
- ¿Cuándo decidiste jugártela por él?
- Él venía y me declaraba su amor adelante de todo el mundo, no le importaba nada. Me ponía roja de la vergüenza. ¡Porque yo soy muy tímida! Y a la vez él es muy gracioso, me hacía reír mucho con todas esas tonterías que armaba para conquistarme y me fue enamorando.
- ¿Los comienzos de la relación, en la que vos eras la "nueva novia de Dady", fueron difíciles por la atención de la prensa?
- Sí, y siempre nos cuidamos. Tratamos de mantenernos lo más discretos posible. Es más, hasta el día de hoy nunca dimos una nota juntos a una revista de Argentina. Sólo hicimos una nota juntos hace dos años para una publicación de Uruguay.
- ¿Por qué esa decisión de cuidarse?
- Es por respeto porque nosotros somos una familia ensamblada, y tenés que respetar a cada una de las partes de la familia.
- ¿Lo decís porque Dady venía de un matrimonio anterior de 28 años?
- Sí, él tiene una relación excelente y nosotros tenemos un vínculo excelente como familia ensamblada. Entonces, tratamos de cuidar ese aspecto. Es necesario, sano. No sé si es lo que se debe hacer pero estoy segura de que es lo más sano para todos. Y Dady en ese sentido es súper leal y le gustan las cosas como son.
- Recientemente contaron que fueron a terapia de pareja por tu decisión de volver a trabajar y él confesó que tuvo temor de que lo dejaras. ¿Te sorprendió que lo contara al aire?
- No, porque Dady es un hombre diferente al resto. A veces siento que con él me saqué la lotería y que no me lo merezco. Por ahí hay gente que se da cuenta de eso y le genera bronca. Está bien, ¡yo también me envidiaría a mi marido! (risas). Lo veo como el hombre más guapo de todo el mundo. Por ahí no tiene los cánones de belleza que nos quiere imponer la sociedad, pero para mí mi marido es el más guapo de todos. Dady entra a un lugar y lo mira todo el mundo; no porque sea famoso sino porque él tiene una magia y una energía especial. Él es magnético. Además, es seductor, tiene humor, es inteligente, creativo? Yo no me aburro de estar con él y nos divertimos entre cuatro paredes, no necesitamos nada más.
- ¿La terapia de pareja fue más útil para él que para vos, por el tema de tu vuelta al trabajo?
- No, yo también necesitaba abrir esa puerta y decir "Mariela, ¿no te das cuenta de que así como estás yendo no te estás encontrando''. La imagen que me devolvía el espejo, y no me refiero a lo físico, no era lo que yo quería porque no me sentía plena en todos los aspectos de mi vida. No era una imagen de una mujer completa.
- ¿Qué te faltaba?
- Tengo un ejemplo muy fuerte, que es mi mamá. Ella tuvo que volver a trabajar porque un solo ingreso en la casa no era suficiente e incluso tenía que mentir en el curriculum con la cantidad de hijos porque nosotros éramos cinco y no la tomaban. Cuando la mujer se desconecta tanto del ámbito laboral, la reinserción es muy difícil porque vivimos en un mundo muy machista todavía. Eso fue lo que yo mamé y me quedó. Uno no tiene nunca el futuro comprado, por más que hoy por hoy Dady gane mucha plata. Y siempre se lo digo a mis hijos. Uno siempre tiene que prepararse para poder afrontar diferentes dificultades. No quiero ni nombrar la situación, pero si por ejemplo no estamos más con Dady, no me gustaría depender de que la otra persona me pase el dinero para el colegio de los chicos. Es ser autosuficiente, es algo básico. Y eso me hace sentir más segura.
- ¿Dady finalmente entendió lo que te pasaba?
- Sí. Además, nosotros venimos hablando de esto hace un montón, no fue algo de un día para el otro, es un proceso largo. Ahora parece que voy a vivir en crisis de pareja porque conté que fuimos a terapia de familia.
- ¿Llegó a ser una crisis?
- No. Uno puede llamar a los bomberos cuando ya se te quemó todo o cuando ves que sale humo de algún lado. Nosotros vimos que teníamos esa dificultad y la trabajamos. No somos La Familia Ingalls, tenemos diferencias que sobrellevar. Esa fue una diferencia y le dije "mirá, no me siento muy segura de este rol, sí lo estuve mientras los chicos eran bebés pero ellos ahora empezaron el jardín y tendría que estar haciendo alguna otra cosa". Soy muy inquieta, trabajo desde que soy muy chica. Por ejemplo, Mariano (Caprarola, su amigo y asesor de imagen) me dice siempre que nos tenemos que ir juntos a Nueva York y la verdad es que a mí no me gusta pedirle plata a mi marido para irme con mi mejor amigo de viaje.
- ¿Tus hijos cómo tomaron este cambio?
- Es que yo quiero darle ese mensaje a mi hija, que una mujer tiene que trabajar. Y a mi hijo también, porque es muy importante como madre de varón hacer que sea consciente de que su mujer tiene que trabajar a la par de él y realizarse profesionalmente para ser feliz. Nosotros vivimos en una sociedad con muchas madres machistas y es importante transmitirles ese mensaje desde chicos.
- ¿El cambio físico también te ayudó para sentirte más segura?
- Claro. Llega un momento en el que después de ser madre la joggineta se te hace carne (risas). Sacarme la joggineta, volver a arreglarme, prepararme para ir a trabajar? no es sólo físico, es un todo. En las revistas vende la imagen, pero fue mucho más profundo que la imagen. Creo que la imagen es sólo una consecuencia de lo que me pasó a mí internamente. Se vio reflejado en el cuerpo mi cambio interno. Como bailarina, cuando no hago actividad física me cuesta todo el doble y siento el cuerpo cansado. Una psicóloga me explicó que mi cuerpo se hizo adicto a esa endorfina que genera la actividad física. Cuando se lo dejé de dar no es que entré en una depresión pero sí en una meseta, estaba cabizbaja. Me ponía a limpiar como loca a veces porque tenía que descargar la energía que tenía sino me comía por dentro.
- Ahora que estás a full en el Bailando y con dos niños, ¿se hacen tiempo con Dady para el romance?
- ¡Sí! Nosotros tenemos una señora que trabaja en casa hasta las 7 de la tarde. ¡Una! Hay gente que piensa que tenemos hasta mayordomo (risas). Pero no, en casa está Máxima, que para mí no es una empleada porque es la señora que también me crió a mí y mis hijos le dicen abuela. Máxima se queda un día en la semana a dormir en casa y nosotros salimos.
- ¿Qué hacen en esas salidas?
- A veces salimos a comer afuera o vamos a algún lugar más íntimo para estar solos. Por ahí nos vamos a tres cuadras, que hay un hotel y nos instalamos ahí como para sentirnos un poco de novios de vuelta.