Cocca: "Muchos tuvieron que comerse las palabras"

Diego Cocca, por primera vez desde que llegó con Racing a Mar del Plata, acepta romper el silencio. Pasadas las 13, y mientras los jugadores suben a descansar, el entrenador del campeón realizó las primeras declaraciones en la pretemporada. Con el corazón en la mano. Con los sentimientos a flor de piel de un tipo que en menos de seis meses las vivió todas y pasó por diferentes estados de ánimo. Alegría, ansiedad, preocupación, enojo. “Me doy tiempo para todo. En las vacaciones disfruté un poquito y después ya me metí de lleno en Racing. Recargué pilas, pero estaba ansioso por planificar lo que se venía”, comienza el técnico de la Academia de los benditos laureles.

-¿La vorágine que vivieron te permitió disfrutar a pleno del título y de todo?

-¡¿Cómo no lo voy a disfrutar?! Amo lo que hago. Entrenar, el día a día... ¿Sabés lo que es jugar un partido para ser campeón? Se disfruta antes, durante y después. Sentir la llegada del equipo a la cancha, a la gente con tanta expectativa... No se vive eso todos los días, somos privilegiados.

-¿Te acordás de cómo fue la última charla técnica antes de salir a la cancha contra Godoy Cruz?

-Mirá, no considero que las charlas sean especiales. Resalté algún punto. Les dije a los jugadores que la gloria estaba ahí afuera, que dependía de nosotros y que debíamos disfrutarla.

-¿Estabas ansioso?

-La última semana, en la que no tuvimos fútbol, la quise disfrutar y fue imposible. La ansiedad estaba y había que manejarla como se pudiera. Lo hicimos bien, en el primer tiempo de la final jugamos bien. Nos faltó el gol.

-¿Cuándo sentiste que podían ser campeones?

-Yo sentía que se podía, lo dije un poco antes del partido contra Quilmes. Cuando el equipo se lo proponía, ganaba los partidos. Entendí que dependía de nosotros más allá de que tuviéramos uno o dos equipos arriba nuestro en la tabla. Terminamos dando la imagen del equipo que me gusta: ordenado, serio y que arriba te mata, te liquida.

-¿Fue justo que se hablara más de River?

-River arrancó jugando muy bien, se destacó. Pero siempre necesitás que el otro que pelea no esté muy bien. Racing tuvo todo eso. Metimos un sprint final demoledor. Fuimos juntos campeones, no tengo dudas.

-Ese final del que hablás nació en Bahía Blanca...

-Cuando empatamos con Olimpo, entré al vestuario y era un velorio. Nos dolió mucho, surgió el juramento de ganar los seis partidos que nos quedaban. Encima, como había empatado River, nos dejamos en claro que esa era nuestra oportunidad, que no iba a haber una segunda posibilidad, que no la podíamos dejar pasar.

-¿Pensaste en renunciar si perdías frente a Newell’s?

-Nunca. Siempre me apoyaron los dirigentes, estaba convencido de que el grupo aparecería. Cuando lo hizo, arrasó. Demostró que tenía con qué, que siempre hubo sintonía. Nadie de afuera lo esperaba.

-Tampoco creían mucho en Gustavo Bou...

-Es goleador. Vi los videos y lo traje. Le pega fuerte con las dos piernas, tiene el arco en la cabeza, cuando le dan un metro busca meter el gol. Es la clase de delanteros que me gusta... Pero trajimos 13 refuerzos, eh. No sólo a Bou. Mi desafío era que los 13 también aportaran.

-Pero te debe inflar el pecho lo de Bou, ¿no?

-Es uno más. Estoy contento por cómo trabajó, porque no escuchamos las críticas y lo sacamos adelante. Ahora hay otro ambiente, más entusiasmo en la gente.

-¿Te dolieron las críticas?

-Traté de no escucharlas porque sé que el periodismo a veces hace muy mal. Muchos sectores del periodismo hacen muy mal.

-¿Por qué?

-Porque critican demasiado y sin saber. Después, total nadie dice nada, ¿no? Pero me sirvió, aprendí mucho. Vine a Racing a crecer y hoy me siento mucho más completo. Estoy agradecido.

-¿Fue más difícil dirigir Racing o Defensa?

-Racing. Primero, por los inconvenientes que tuvimos desde un primer momento. Y segundo, porque salimos campeones. Con Defensa terminé segundo y ascendimos, fue importantísimo. Pero campeón es uno solo y tenés que hacer las cosas muy bien para lograrlo.

-¿A qué inconvenientes te referís en Racing?

-Tuvimos que armar el equipo desde cero y hubo críticas antes de comenzar (en relación a los jugadores de Bragarnik, su apoderado). Me trataron de deshonesto, decían que no tenía idea de los jugadores que traía. Fueron barbaridades... Se hizo difícil, pero crecí. Sé lo que soy como persona y como técnico. Confío en mis capacidades y trato de no escuchar esas críticas.

-¿Fue una revancha?, ¿Callaste muchas voces?

-Es un problema de ellos. Si te tiran a lastimar y te lastiman, cumplen su objetivo. Yo no los oigo. Muchos tuvieron que comerse las palabras. A mis hijos les inculco la importancia de ser honesto. Ojalá que tengan pruebas. Si no, que se callen.

-¿Te queda pendiente el clásico de Avellaneda?

-No quiero volver a decir la famosa frase, ja (“Prefiero perder con Independiente y ser campeón”). Pero ahora la gente la va a entender. Sabe a lo que me refiero.

-El tiempo te dio la razón...

-Nosotros siempre creímos. Fue tan bueno lo que sucedió en el grupo, la unión que se formó...

-¿Ahora todo a la Copa Libertadores?

-Desde el primer día prometimos armar un equipo protagonista y lo mantenemos. Queremos pelear los dos frentes, ganar y que el equipo vaya para adelante.

-¿Necesitás refuerzos?

-Sí, por la exigencia internacional y por la continuidad de los partidos. Porque tenemos un plantel corto. Siempre sirven jugadores que vengan y hayan jugado la Copa. Necesitamos jerarquía, no sumar por sumar.

-¿Ya tienen una identidad de juego formada?

-Ojalá que no, que sigamos creciendo, mejorando. Quiero que el equipo tenga mayor posesión de pelota, que sepa cuando acelerar o cuándo tirar el achique. En la Libertadores hay que hacer todo bien. No alcanza con mantener el cero o ser sólidos en defensa como lo fuimos en el torneo local.