Según estimaciones del gobierno de la provincia de Buenos Aires, ya son diez mil las personas directamente afectadas por las inundaciones en el norte y el centro de esa provincia, como consecuencia de las lluvias, que no cesan desde hace una semana y que dejaron media pampa húmeda bajo el agua.
Los evacuados serían 4000, y cuarenta los distritos anegados, aunque el Gobierno no pudo brindar cifras exactas porque, dijo, "el número es fluctuante". En conferencia de prensa en la Casa Rosada, anoche el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, habló de 6000 evacuados.
<b>Santa Fe también seguía complicada</b>. Defensa Civil informó de 330 evacuados y 500 autoevacuados. El caso más dramático se registró en Sanford, Caseros, donde los dos mil pobladores aguardaban el descenso de las aguas.
La municipalidad de Salto, en el noroeste de la provincia, declaró el estado de emergencia y zona de desastre en su partido, luego de que el río Salto superara los nueve metros; hubo unos 3000 damnificados y 600 evacuados. Luján, Pilar, Arrecifes, San Antonio de Areco, Pergamino, Mercedes, General Belgrano, Lobos, Escobar y Navarro son los otros partidos más afectados.
En Navarro se supo ayer de otra persona muerta. Es la cuarta desde el jueves. En el cuartel de bomberos, se informó que se trataba de María Angélica Llanos, de 60 años. La encontraron sin vida el lunes por la mañana, en una zanja en el barrio de Santa Teresita, cerca de su casa. Llevaba unas diez horas muerta. "Se supone que tropezó, cayó a la zanja y murió ahogada", dijeron.
El número de víctimas mortales aún puede crecer: hay tres personas desaparecidas. Aún eran buscados Juan Ramón Bruera, de 47 años, y su hijo de 15, que el domingo, en medio del temporal, cayeron al Riachuelo con el auto. En Lobos, una familia buscaba a un joven de 23 que había desaparecido en la zona rural, cerca del desbordado arroyo Las Garzas.
Es que <b>en apenas diez días se superó el acumulado de lluvia mensual esperado para todo agosto. Y en sólo dos días cayeron más de 230 milímetros de agua.</b> Así lo confirmó ayer el Servicio Meteorológico Nacional, que adelantó que todo mejorará a partir de mañana. Para hoy se esperan más lluvias, lloviznas y vientos del Sudeste con una intensidad de entre 50 y 60 kilómetros por hora.
El gobierno de Daniel Scioli estima que sólo en La Matanza unas 1200 personas debieron abandonar sus casas por el desborde de los ríos Morales y Dupuy. "Hasta que no cese la sudestada, el agua de los dieciocho ríos y arroyos que atraviesan el partido más grande y poblado del conurbano no bajará y los evacuados no podrán retornar a sus hogares. Y una vez que eso ocurra pasarán muchos días hasta que todo vuelva a la normalidad", explicaron.
Los vecinos del municipio están expectantes: "El arroyo Morales está al tope. Ahora se espera la sudestada y que desborde a las dos de la mañana -dijo Verónica Rodríguez, vecina de Virrey del Pino-. La gente es muy reticente a irse del barrio por miedo al oportunista que te quiere llevar las pocas cosas que tenés. Gente que está en la ribera tiene un metro y medio de agua en la casa y no quiere dejarla".
Hay quienes no dudan en irse en resguardo de sus vidas. Y otros se quedan pese a todo. Como pasó en la inundación de La Plata de 2013, prima un instinto protector: quedarse en casa a pesar del agua para cuidar las pertenencias que van quedando. Los hombres y los hijos mayores suelen quedarse en los pisos superiores o en los techos; las madres buscan refugio con sus hijos en los centros de evacuados.
Y están quienes no tienen opción. Los que quedan aislados. Como sucedió en dos pueblos de Lobos, Antonio Carboni y Elvira, donde el agua cortó las vías de acceso y las máquinas agrícolas no consiguieron abrir los accesos. Sin luz ni gas, las garrafas se volvieron el bien más preciado. Y el más urgente para abastecer. Más urgente que los créditos y los beneficios impositivos y los aumentos en las asignaciones anunciados. Pero eso es el futuro. Cuando el agua ya no sea el drama de cada día.
Porque cuando llega el agua también arrecia el frío. Y aparecen las enfermedades. Así lo dijo Patricia Spinelli, directora provincial de Emergencia Sanitaria: "Estamos asistiendo a mucha gente con hipertensión y trastornos respiratorios agudos. Sobre todo a bebes. Y a adultos que vienen con la angustia de haberlo perdido todo. Y eso que aún no todos volvieron a sus casas".
En Luján, según las autoridades, el agua empezó a bajar y los vecinos emprendieron el regreso. Pero la situación sigue complicada. El municipio declaró la emergencia hídrica y se suspendieron las clases hasta nuevo aviso. Hubo 400 evacuados.
Para ellos, los que empezaron a volver, hubo recomendaciones del Ministerio de Salud: airear el ambiente media hora antes de ingresar. Calzarse botas y guantes y limpiar todo con agua y detergente, y después con lavandina. Y desechar todo lo que tocó el agua maldita: ropa, juguetes, colchones, comida. Todo eso que la inundación les arrebató a miles de argentinos para siempre.