Una investigación sobre las consecuencias del Covid en el largo plazo da cuenta de que la gente que perdió el olfato durante la fase aguda de la infección ahora sufre alteraciones estructurales en el cerebro, lo que se evidencia particularmente en una conducta específica: ser más proclive a los impulsos en la toma de decisiones.
Desde el inicio de la pandemia causada por el SARS-CoV-2, se ha acumulado evidencia de que algunos pacientes recuperados presentan deterioro cognitivo y alteraciones cerebrales. Los estudios encontraron que incluso meses después de la recuperación, algunas personas continúan experimentando efectos neurológicos, psiquiátricos y cognitivos. Otros estudios sugieren que la vacunación sigue siendo un arma para amortiguar estas consecuencias.
“A pesar de la creciente cantidad de evidencia, los factores clínicos específicos asociados con las alteraciones cerebrales siguen siendo esquivos, lo que presenta desafíos para identificar poblaciones en riesgo de desarrollar deterioro cerebral y cognitivo a largo plazo después de la infección por SARS-CoV-2”, dice un trabajo publicado en la revista Scientific Report, que ha dado un paso adelante en ese sentido.
El trabajo, cuya evidencia se basa en un “juego de laboratorio” en el que los participantes debían realizar una serie de elecciones ante determinadas premisas, fue realizado por investigadores del Centro de Estudios en Neurociencia Humana y Neuropsicología de la Universidad Diego Portales, de Chile, y publicado en Nature.
“La gravedad de la infección aguda es el factor clínico más estudiado que conduce a la alteración cerebral y cognitiva. Un estudio de cohorte longitudinal ha revelado que la gravedad del episodio agudo se correlaciona con el deterioro cognitivo en el seguimiento a largo plazo”, agrega la investigación.
Los pacientes que experimentaron un episodio grave y exhibieron síntomas neurológicos durante la infección mostraron deterioro cognitivo y alteraciones cerebrales un año después de la infección. Incluso los pacientes con Covid leve también presentan alteraciones cerebrales sutiles, afirman los expertos.
Consecuencias de la pérdida del olfato
En cuanto a la pérdida del olfato, los investigadores señalan que “la anosmia es un síntoma comúnmente reportado en pacientes con Covid-19 que ocurre frecuentemente temprano en el curso de la enfermedad y puede persistir como un síntoma a largo plazo. Se ha sugerido que la infección por SARS-CoV-2 causa la muerte de células de soporte en el epitelio olfativo, con consecuencias para la función neuronal. Este mecanismo se alinea con la rápida aparición de anosmia en Covid-19 y su rápida recuperación después de la regeneración de células de soporte”.
“Nuestros hallazgos indicaron que tanto la hospitalización como la anosmia tuvieron impactos diferenciales en el comportamiento en una tarea de flexibilidad cognitiva. Sin embargo, sólo la anosmia se correlacionó consistentemente con alteraciones en la función cerebral en varios parámetros, incluida la actividad funcional, el grosor cortical y la integridad de la materia blanca (fibras de las neuronas que las conectan y transmiten impulsos a otras”, alteraciones asociadas a cambios de carácter, conductas más impulsivas y déficit para la toma de decisiones.
“Si bien no se observaron diferencias en nuestra evaluación de detección cognitiva, surgieron patrones intrigantes en el desempeño de la tarea conductual. Todos los participantes mostraron un comportamiento adaptativo durante el juego. En particular, la estrategia de toma de decisiones distintiva observada en pacientes con anosmia se caracterizó por cambios de opción más impulsivos”, concluyeron.
El neurólogo Conrado Estol, consultado sobre el tema, enmarcó este cuadro dentro de lo que se denomina Covid largo o “Long Covid”: “El Covid largo es un gran desafío para el mundo, para la salud humana, para los sistemas de salud y la economía global. Hay unos 400 millones de personas afectadas en el mundo y el costo del tratamiento de estas personas sería de un billón de dólares (el 1% de la economía global). Estos pacientes pueden tener cualquier órgano del cuerpo afectado. Todavía estamos lejos de tener un biomarcador. Se evaluaron varios y ninguno define quién tiene concretamente esta forma de Covid largo y tampoco hay un tratamiento aprobado, aunque hay varios en evaluación”.
Luego focalizó en el objeto de estudio del trabajo publicado: “El cerebro es uno de los órganos más afectados. El mecanismo es complejo porque se activan células y sustancias inflamatorias que alteran la función del tejido cerebral y producen daño con inflamación de las neuronas y activación de las células que se ubican entre las neuronas y eso lastima a las neuronas. Además, se activa una relación entre la glándula suprarrenal y el cortisol generado por esa glándula, con un efecto sobre el cerebro”.
En la investigación observaron que los pacientes que tuvieron pérdida del olfato durante el Covid “tienen respuestas alteradas y esto se manifiesta por impulsividad y dificultad en la toma de decisiones, funciones que pertenecen al lóbulo frontal en lo que se denomina función ejecutiva, que es lo que permite organizarnos y llevar a cabo acciones”, explicó Estol.
Por último, el experto agregó que “los pacientes, ya sea que hayan tenido enfermedad moderada o severa, cuando presentaron pérdida de olfato -confirmando que el virus había entrado al cerebro y había afectado este sentido-, evidentemente al hacerles estudios cognitivos más sensibles los investigadores detectaron que no sólo habían perdido el olfato, sino que tenían conductas alteradas, lo que refleja que el daño cerebral había sido más extenso”. (Clarín)