Delta sigue en boca de todos y, según especialistas y referentes de Salud del Gobierno, faltaría poco para confirmar la circulación comunitaria en el país de esta variante del coronavirus.
Sin embargo, aún no está tan claro cómo se comporta entre los que recibieron las dos dosis de las vacunas. Esas personas, que hoy representan al 25% de la población, ¿podrían infectarse y contagiar? La respuesta es que sí. A partir de esto es que dos expertos explican cuáles son las chances de contraer Delta entre los “inmunizados”, si se espera que experimenten cuadros graves y qué deberíamos hacer para frenar su avance.
“Se sabe que Delta escapa parcialmente a la acción de las vacunas y que, por esa razón, se necesitan las dos dosis. Completar los esquemas es muy útil para prevenir la enfermedad grave pero no así el contagio”, indicó Jorge Geffner, doctor en Bioquímica, investigador superior del Conicet y profesor de Inmunología de la Facultad de Medicina de la UBA.
Boca, nariz y garganta
El disparador para abordar este tema es un informe del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). “El organismo había dicho que en algunos ámbitos los vacunados podían evitar el barbijo y ahora tuvieron que dar marcha atrás”, sostiene Geffner. Fue luego de confirmar que durante los primeros días de la infección por Delta el virus permanece y se puede amplificar en las vías aéreas superiores de la persona vacunada. Es decir, en boca, nariz o garganta.
“Durante aproximadamente 5 días, el vacunado contagiado puede transmitir el virus a niveles similares que una persona no vacunada. Pero luego, por el efecto de los anticuerpos, el virus no llega a progresar hacía las vías aéreas inferiores o los pulmones y así es que, en la mayoría de los casos, se evitan complicaciones como la neumonía bilateral”, afirma.
Aclara que la situación relatada es con dos dosis de Pfizer aunque considera que el panorama resulta similar con esquemas completos de otras vacunas, “ya sea Sputnik V, AstraZeneca, Sinopharm o combinadas”.
“Las vacunas generan anticuerpos, que sirven para bloquear una partecita de la proteína S -el RBD- que el virus utiliza para unirse a las células del organismo e infectarlas. Las vacunas disponibles están hechas con el viejo RBD, el del virus original de Wuhan. Las mutaciones que derivaron en la variante Delta modificaron el RBD. Esto hace que sea más difícil para los anticuerpos reconocerlo y que se necesitan las dos dosis. Pasa lo mismo con la variante sudafricana”, explica.
El porcentaje de efectividad se ubica cerca del 33% entre los que recibieron una dosis y se enfrentan a Delta, contra un 50% frente a Alpha. Los porcentajes ascienden a entre 60% y 88% con dos dosis, siendo mayor el nivel de protección con Pfizer. “Y, extrapolando los datos, los niveles contra la infección grave superarían el 90% con dos dosis”, remarca Geffner.
“Por suerte, hay buena adherencia en el país y no ocurre como en Estados Unidos que entre un 30% y un 35% de los adultos optaron por no vacunarse. Debemos seguir completando esquemas ya sea con vacunación homóloga o heteróloga. Se está avanzando pero más lentamente de lo que necesitamos”, asegura.
Según el investigador del Conicet, ahora que sabemos que incluso con dos dosis la persona contagia, es muy importante que se siga respetando la distancia social, que las reuniones se realicen al aire libre o en lugares ventilados y que se utilice el barbijo.
En tanto, sostiene que de acá a un mes seguramente tengamos circulación comunitaria de Delta. “No me queda clara la magnitud, todavía no se sabe si viviremos algo similar a lo que ocurre en Europa o puede darse como en Brasil, donde sigue predominando la variante Manaos”, comenta.
Y agrega: "El camino con Delta instalada también debe estar acompañado por más testeos y por una buena vigilancia epidemiológica a partir de la secuenciación genómica”.
Jorge Quarleri, bioquímico, profesor de Microbiología de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador principal del Conicet, concuerda con Geffner en que el virus infecta en las vías aéreas superiores.
“A esa altura son similares los niveles de carga viral entre vacunados y no vacunados. La diferencia se plantea luego, cuando la infección quiere prosperar hacia las vías inferiores. Es allí donde encuentra la resistencia de la respuesta generada por la vacuna y, en consecuencia, se espera que aquel con dos dosis no se enferme gravemente”, detalla.
“Por el contrario, los no vacunados tienen más riesgo de experimentar cuadros serios, con mayor tasa de hospitalización y mal pronóstico”, destaca.
También coincide en que durante un promedio de 5 días el virus puede sobrevivir y reproducirse en la nariz, la boca o la garganta y la persona tiene chances de contagiar. “En algunos casos puede extenderse más y en otros la carga viral va a disminuir antes. La edad es uno de los factores que influye, también el tiempo que haya pasado desde que el infectado se vacunó”, remarca.
"Mil veces mayor"
Dice que la transmisión aerógena es mucho más alta que con otras mutaciones (entre un 40% y un 60% más contagiosa) y que, por todo esto, el barbijo resulta imprescindible. “La carga viral es mil veces mayor con Delta si se la compara con otras”, advierte, basándose en un preprint realizado por autores de China e Inglaterra.
“No es momento de relajarse en la prevención del contagio. Los que lo hicieron ahora están nuevamente con muchos casos. Me refiero a Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel”, resalta a Clarín.
Consultado sobre aquellos que están vacunados y tuvieron Covid, Quarleri sostiene que el riesgo de contagiar es menor. “La persona que ya cursó la enfermedad seguramente tenga mayores niveles de protección en el tracto aéreo superior porque por allí ingresó el virus. Esa inmunidad robusta en las mucosas no se suele conseguir con las vacunas tradicionales. Con ese fin se están desarrollando vacunas aerosolizadas administradas por vía nasal”, cierra.