A casi dos años de que el ex espía estadounidense, Edward Snowden, revelara que la NSA espió durante años a la canciller alemana, Angela Merkel, y a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el diario Libération y el portal de noticias Mediapart denunciaron que Washington hizo lo mismo con Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y Francois Hollande, los últimos tres mandatarios franceses.
La NSA pinchó las comunicaciones de esos tres presidentes, pero también a colaboradores próximos, como diplomáticos o jefes de gabinete, y había reunido los documentos obtenidos de esas escuchas bajo el epígrafe "Espionaje Elíseo".
Los documentos de WikiLeaks sobre este asunto incluyen cinco informes de análisis de la NSA destinados a los agentes de los servicios secretos estadounidenses, y dos de ellos también a los países con los que Washington tiene una alianza particular en ese terreno: Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido.
Los cinco documentos publicados están clasificados como "secretos" y con contenido de "inteligencia especial", y algunos también tienen las siglas que indican que es un "material altamente sensible", producto del "espionaje de redes" y que no debe ser compartida con países extranjeros.
Uno de ellos, fechado el 22 de mayo de 2012 se concentró en una reunión secreta que había mantenido cuatro días antes el entonces recién asumido Hollande y su par alemana, Merkel, para discutir la crisis económica griega. "Hollande concluyó que la canciller estaba obnubilada por el 'pacto presupuestario' y, sobretodo, por la misma Grecia a la que dejó caer", opinó el autor del informe de análisis de la NSA, en referencia a la intransigencia que demostró Berlín ante los pedidos de Atenas de reestructurar su deuda externa y salir de las políticas de ajuste.
Además, el texto, que se basa en una conversación telefónica entre el mandatario y el entonces primer ministro, Jean-Marc Ayrault, sostuvo que el actual presidente francés que la reunión secreta con Merkel "fue sólo fue un show" ya que ésta última "no cederá nada".