Recibido el golpe, ahora lo que necesita Boca es amortiguar el impacto de la caída. La coraza de plena seguridad que tenía hasta la semana pasada quedó agujereada tras la derrota con River. El clima de seguridad mutó en un presente de incertidumbre. La práctica de esta mañana, la última antes de viajar este sábado a Tucumán, se desarrolló a puertas cerradas. Pero también hubo una presencia especial, la de Daniel Angelici. Antes del inicio de los trabajos, el presidente habló con los jugadores en una conversación en la que no ocultó su enojo. El rostro ofuscado que se vio en la transmisión del partido se tradujo en palabras contundentes con los protagonistas. "Ahora el partido de Mendoza se va a recordar por años", según trascendió, fue parte de ese monólogo.
La mezcla de desazón y enojo de Angelici tuvo también su capítulo con Guillermo Barros Schelotto, con el que charló aparte, sobre lo que pasó y lo que viene. También mantuvo un diálogo previo con el cuerpo técnico y sí a los ojos de la prensa charló con los entrenadores de la Reserva, Rolando Schiavi y Hugo Ibarra, en una cancha contigua a la que utilizaron los jugadores de Primera.
Otra demostración de la tensión presente quedó expuesta en la ausencia del habitual ida y vuelta de Guillermo Barros Schelotto con los periodistas. Cada viernes (cuando Boca juega los domingos) al mediodía, el entrenador brinda una conferencia que está vez no se desarrolló. La sala de prensa Antonio Carrizo también había permanecido en silencio antes del partido frente a Argentinos Juniors.
La derrota ante River en la Supercopa estremece por su propio peso. Boca necesita volver a sentirse firme. El 0-2 en Mendoza abrió un abanico de interrogantes. Si Carlos Tevez perdió ya su chispa, si Cristian Pavón decide correctamente, si Edwin Cardona marca diferencias, si el esquema defensivo está acorde a una exigencia como la que presentará la Copa Libertadores, si el cuerpo técnico tiene reacción para revertir un trámite adverso. Las dudas son una consecuencia más de un partido que, se sabía, estaba destinado a dejar marcas.
Con esas dudas a cuestas, el equipo de los Barros Schelotto enfrentará el domingo a Atlético Tucumán, el buen equipo de Ricardo Zielinski. En el noroeste, dentro del campo de juego del siempre encendido estadio José Fierro, Boca intentará volver a ser y, al menos, sostener la ventaja que tiene en el liderazgo de la Superliga.