María Eugenia Ritó (42) no transita su mejor momento y piensa en reinsertarse en el ambiente del espectáculo, aunque muchos productores consideran que su momento ha pasado y que, por ende, no es lo que el público está queriendo ver sobre un escenario.
Ella lo reconoce, aunque sueña con que pronto se presente en su camino una nueva posibilidad que la seduzca y que le permita lucirse nuevamente sobre las tablas, su hábitat natural. Va detrás de ese objetivo, sin darle demasiada trascendencia al contexto y exprime al máximo sus fuerzas para recuperar su figura y en base a eso tener a mano su mejor herramienta para mostrarse como una alternativa válida a ojos de los eventuales interesados en sumarla a sus elencos. Cada mañana, se encuentra con su personal trainer en la zona de los Bosques de Palermo y desarrolla una rutina física especialmente diseñada por su entrenador.
Esta contempla diversos ejercicios aeróbicos que combinan la eliminación de grasas y el fortalecimiento de la musculatura. María Eugenia es tan buena alumna que suele llegar un rato más temprano que la hora señalada para ir entrando en calor por su propia cuenta, para ir ganando tiempo y sacarle el máximo jugo a la hora y pico de gimnasia que efectúa junto al profesional, refiere Paparazzi.
Luego de su paso por el Bailando por un sueño, que en cierta forma le dio un envión a su popularidad, Ritó jamás consiguió afianzarse, ni siquiera con participaciones menores en televisión, el rubro donde Marcelo Tinelli le refrescó la cara al convocarla para participar del reality más visto de la televisión argentina. De ser parte de un programa que, salvo en contadas excepciones, lideró el rating de la noche durante décadas, Ritó otra vez cayó en el anonimato. Y, a diferencia de otras etapas, en esta ocasión ese sentimiento de ocaso la sorprendió en soledad, con problemas económicos. Un combo muy complicado que al fin y al cabo terminó provocando drásticamente sus consecuencias, pues, aparte de estar internada para alejarse de los excesos y aislarse de sus amistades nocivas, Ritó desapareció del mapa artístico, prácticamente.
Más allá de haber confesado que llegó a un acuerdo económico beneficioso tras romper su matrimonio con Marcelo Salinas, las finanzas personales de la vedette fueron arrojando saldo deficitario con más frecuencia de lo esperado, y eso acrecentó su necesidad laboral, que hasta ahora no logró satisfacer de la manera deseada. Si bien por el peso propio de su apellido a Ritó "para comer no le falta", dadas sus presencias en eventos privados o luciendo alguna marca de ropa, lo cierto es que al lado del empresario gozó de una tranquilidad monetaria que hoy brilla por su ausencia, condicionándola y limitándola en los gastos. Ritó no estaba acostumbrada a sacar cuentas y privarse de diferentes gustos por razones de bolsillo, por lo cual, aparte de hallar un espacio de contención que la revalorice, quiere volver al ruedo para ir sumando unos pesos.
Hace unos días se cumplió un año desde que fue internada de urgencia por última vez en la clínica Carpe Diem, a raíz de una recaída que amenazaba con tirar por la borda el leve pero efectivo progreso que había edificado al tomar distancia de las drogas. "Por más que te quieran ayudar, si vos no querés, no hay manera. Pedí a gritos ayuda y llamé a mis amigos y a la gente que me quiere de verdad", fueron sus palabras mientras era trasladada al centro especializado en adicciones. Más tarde, en uno de los mensajes que envió a través de las redes sociales, María Eugenia agradeció estar con fuerzas: "Gracias, Dios, por ayudarme a ganar esta batalla". Epocas pasadas. La vedette completó el tratamiento y aparentemente su salud dejó de verse enchastrada por los vicios. Ahora le falta trabajar. "Me estoy preparando con todo para volver a brillar", escribió en Twitter, acompañando una foto en la cual se la ve, como cada mañana, entrenando con su personal trainer en los Bosques de Palermo.