Tras 120 minutos de bajo vuelo, ásperos, en los que las defensas predominaron sobre los ataques y casi no hubo chances frente a los arcos, todas las emociones que no habían visto los 40.000 espectadores presentes en el estadio de Bata se compendiaron en los 22 disparos desde los doce pasos.
La tanda fue una montaña rusa de emociones. Los marfileños desperdiciaron sus primeros dos intentos, en los pies de sus figuras, Wilfried Bony y Gervinho, lo que parecía inclinar la balanza definitivamente para los ghaneses.
Sin embargo, el arquero de los Elefantes, Boubacar Barry, quien había sido suplente todo el torneo y jugó este partido por la lesión de Guelassiognon Sylvain Gbohouo, entró en acción para detener el disparo de Afriyie Acquah y luego Frank Acheampong también falló para las Estrellas Negras, aunque en la celebración de ese error rival se lesionó Barry.
Tras esa sucesión de fallos, la puntería de los ejecutores fue perfecta hasta llegar al undécimo turno. Entonces Barry, que ya había sido atendido un par de veces por su molestia muscular, detuvo el remate de su colega Brimah Razak y luego, renqueante, convirtió su tiro, para darle a los marfileños su segundo título en este torneo (el primero fue en 1992, derrotando también a Ghana en definición por penales tras igualar 0-0).
Los ghaneses no pudieron conseguir su quinta corona y siguen a tres de Egipto, el equipo más laureado del continente. El último trofeo obtenido por las Estrellas Negras fue en 1982.