Daniel Romero es un formoseño que junto a su pareja y su hijo de cuatro años llevan 17 días durmiendo en la ruta 11, en el límite de Formosa y Chaco, a la espera de poder entrar a su provincia.
El hombre contó que trabajaba en un tambo de San Basilio (Córdoba), y cuando se quedó sin empleo y decidió regresar a su tierra natal. Si bien tramitó los permisos hace cuatro meses no obtuvo respuesta y ahora se encuentran en el Puente Eva Perón, del lado chaqueño, a 60 kilómetros del ingreso a Formosa.
Mientras aguardan por una respuesta de las autoridades formoseñas, la única ayuda que han recibido es de camioneros que transitan por el lugar y les dejan comida.
Su refugio, es el acoplado de un camión, bajo el cual se resguardan durante la noche y encuentran algo de reparo del sol. "Hace cuatro meses tramitamos el ingreso, pero nadie nos contesta nada, ni nos da una solución. Nos niegan el ingreso", señaló.
El puesto policial más próximo pertenece al Chaco, y se encuentra a unos 200 metros, pero tampoco les dan asistencia. "No nos atienden, ni ayudan porque no somos de Chaco. No pertenecemos acá, somos de Formosa y ellos se tienen que hacer cargo de nosotros, pero se lavan las manos", reclamó.
Además, tampoco pueden ingresar al pueblo Puerto Eva Perón, que es la localidad más cercana para comprar comida. "En el día no nos dejan ingresar, ni que tengamos contacto con la gente de acá", aseguró.
Durante estos 17 días han tenido que soportar temperaturas de 43 grados, sin baño ni ducha, agua o alimentos.
"La Policía sólo se acercó a tomarnos los datos, pero ningún funcionario vino. Gracias a Dios no tenemos ningún síntoma de nada, pero mi hijo la pasó mal porque lo picó una araña, después de eso nada más", reveló a Cadena 3.
Días atrás un cordobés que quería ingresar a Formosa para reencontrarse con su hijo murió ahogado al intentar cruzar el Río Bermejo a nado. Daniel conoce la historia de Mauro porque estaba varado en Florencia, donde también otros familiares suyos atraviesan la misma situación, viviendo en el interior de un Fiat Uno, a la espera de poder cruzar.
"Yo lo único que pido es que pueda pasar, aunque sea, mi hijo, pero no les importa la criatura. No tienen compasión ni nada, son inhumanos", lamentó.