El Bioparque Temaikén celebró el nacimiento de un nuevo integrante: una cría de pudú, uno de los ciervos más pequeños del mundo.
Este ciervo bebé, que llegó al mundo con apenas 1 kg de peso, pertenece a una especie poco común y de gran interés para la conservación.
Bajo el cuidado constante de su madre Chapi y su padre Nicolino, el pequeño pudú nació el 6 de noviembre y ya se adapta al entorno del bioparque mientras los especialistas supervisan su estado de salud, asegurándose de que crezca correctamente.
Desarrollo temprano del pudú bebé
Durante los primeros días, el equipo de cuidadores monitorea de cerca la evolución del peso de la cría, un aspecto fundamental para asegurar que recibe la lactancia adecuada. El destete, el momento en que la cría se independiza de la leche materna, suele ocurrir alrededor de los dos meses.
En sus primeros días de vida, el pudú luce manchas blancas en el pelaje, una característica común en esta especie que ayuda a los recién nacidos a camuflarse en su entorno natural. Estas manchas comienzan a desaparecer a medida que crecen y se desarrollan.
Rol del pudú en la conservación y su estado de amenaza
El pudú (Pudu puda) no solo es especial por su tamaño, sino también por su valor en los programas de conservación de la biodiversidad.
Esta especie, propia de los bosques andino-patagónicos de Argentina y Chile, es considerada Casi Amenazada según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una clasificación que refleja su vulnerabilidad en la naturaleza.
La baja densidad de sus poblaciones y su constante retroceso en el entorno salvaje hace que cada nuevo nacimiento en cautiverio, como el de esta cría en el Bioparque Temaikén, sea un logro significativo para los esfuerzos de conservación.
Este tipo de nacimientos contribuye a mantener la diversidad genética y el conocimiento de la especie, asegurando un posible soporte para la recuperación de sus poblaciones naturales.
Amenazas y esfuerzos de conservación del pudú
La supervivencia del pudú está seriamente amenazada por actividades humanas. La tala de los bosques nativos, que destruye su hábitat natural, y la caza furtiva son dos de los peligros principales que afectan a esta especie.
A ello se suman otros factores como el ataque de perros cimarrones y la competencia con especies exóticas introducidas, como el ciervo colorado, que se han establecido en el ecosistema del pudú y compiten por los mismos recursos. En respuesta, los programas de conservación en cautiverio, como el de Temaikén, no solo buscan la reproducción de individuos, sino también la concientización pública sobre la situación de esta especie y la importancia de su protección en la naturaleza.
Hábitat natural y comportamiento del pudú
En su hábitat natural, el pudú prefiere los ambientes densos y húmedos de los bosques andino-patagónicos, donde puede encontrar refugio y alimento.
Debido a las transformaciones que estos bosques han sufrido por la intervención humana, estos pequeños ciervos han migrado hacia áreas inaccesibles o protegidas, siendo hoy más visibles en las reservas naturales que en su entorno natural habitual. La especie se activa sobre todo en las primeras horas de la mañana y al atardecer, y su modo de defensa ante posibles depredadores es particular: los pudúes adultos huyen en zigzag y agachados, mientras que las crías suelen brincar y corretear de manera similar a los cabritos.
Dentro de poco tiempo, la cría de pudú de Temaikén estará lista para explorar los pastizales del bioparque con estos mismos movimientos. (Fuente: Infobae)