Una investigación publicada el 11 de agosto pasado por la revista Science Advances halló que en los próximos años el Sars-CoV-2 puede hacerse endémico en la población mundial, aunque podría ser menos letal, como el coronavirus que causa el resfrío común y no ser una enfermedad tan grave como es hoy. La OMS, sin embargo, negó recientemente que haya calificado como “endémico” al Sars-CoV-2.
Según datos de un modelo numérico de un equipo estadounidense-noruego liderado por Ottar Bjornstad, de la Universidad de Pensilvania (EEUU), una vez el Covid-19 logre ese estado endémico, se estima que afectaría, sobre todo, a niños pequeños que aún no han sido vacunados o expuestos al virus.
Dado que la gravedad del coronavirus es generalmente menor entre los niños, se espera que la carga global de esta enfermedad disminuya, según los investigadores. Bjornstad explicó que tales cambios se han observado en otros coronavirus y virus de la gripe a medida que han surgido y luego se han hecho endémicos.
El 21 de agosto la OMS Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo mediante un comunicado que no ha declarado oficialmente al Covid-19 una “infección endémica”, luego de que a partir de publicaciones científicas como la citada se masificaran falsas informaciones en las redes sociales.
En julio pasado, la viróloga Sandra Ciesek, una de las científicas alemanas más reconocidas, en una entrevista a la revista Focus, dijo que cree que el virus se hará endémico y permanecerá, más allá de que pase la actual pandemia. Ciesek, la directora del Instituto de Virología Médica del Hospital Universitario de Frankfurt habló sobre las campañas de vacunación. Y al ser consultada si la pandemia terminará una vez que todo el mundo esté vacunado, Ciesek fue cautelosa: “La pandemia acabará, pero el virus permanecerá. Probablemente se convertirá en un virus endémico. En parte debido a infecciones y en parte, a las vacunas. Esto no significa que el nuevo coronavirus haya sido derrotado”.
A pesar de la advertencia, la experta explicó que el nuevo virus endémico “podría ser similar a la influenza o gripe, para el que tenemos una especie de inmunidad”. A su vez, Ciesek hizo referencia al rol de los niños en el esquema. “Siempre hay ´gente nueva´ que viene a este mundo. Si nace un niño, no tiene protección inmunológica. En la edad de jardín de infantes se encontrará con un grupo más grande de personas por primera vez y es probable que se infecte. Entonces, si los niños no están vacunados contra el virus, las infecciones se repetirán una y otra vez. Entonces, el futuro, ¿los niños en particular se infectarán con Sars-CoV-2? En relación con la vacunación en menores, la viróloga alemana observa que es necesario comparar “el beneficio real de la vacunación y el hecho de que los niños no suelen enfermarse gravemente”. Ciesek se pregunta: “¿De qué le sirve la vacuna a un niño si es muy probable que la infección sea solo un resfrío? Los padres tendrán que decidir eso en el futuro”.
Mutaciones pasadas y futuras
En el año y medio que ha pasado de pandemia, el coronavirus del Covid-19 ha dado lugar a numerosas mutaciones. De ellas, cuatro son más peligrosas que la versión original: las variantes Alfa (Reino Unido), Beta (o Manaos), Gamma (Sudáfrica) y finalmente la más reciente, Delta, surgida en la India. Es esperable que surjan nuevas mutaciones que aumenten la capacidad de transmisión del virus, según un informe del medio digital The Conversation.
Desde que el Sars-CoV-2 realizó el salto a los humanos, a fines de 2019, se estima que ha acumulado más de 12.700 mutaciones. La mayoría no tienen consecuencias biológicas. Otras han dado lugar a nuevas variantes.
La transmisibilidad del virus es alta en comparación con otros virus respiratorios, lo que juega a favor de su supervivencia, al igual que su “ventana de contagio” relativamente amplia. Aunque la mortalidad es relativamente baja en la población global, el virus muestra una alta letalidad en edades avanzadas.
Pero, explica The Conversation, las tasas de letalidad no son determinantes en la supervivencia del virus, ya que las principales tasas de ataque ocurren en estadios menos graves de la enfermedad. Por esto, la evolución del virus no está determinada por lo que ocurre en el curso de la enfermedad y en el hospedador. Por tanto, es poco probable que ocurran mutaciones en el virus que supongan un cambio drástico en su letalidad (mayor o menor). Será cuestión de azar que algunas mutaciones acaben siendo más o menos letales.
Sí es esperable que surjan nuevas mutaciones que aumenten la capacidad de transmisión del virus. También, que las mutaciones que supongan una menor eficacia de las vacunas, como ya ocurre con Delta. Su éxito dependerá de lo rápido que se consiga inmunizar a un elevado porcentaje de la población mundial. Seguramente habrá que variar la composición de las vacunas para incluir las variantes nuevas. De hecho, el laboratorio Pfizer-BionTech inició en agosto un ensayo con las nuevas variantes del virus.