Mientras ciertos Estados norteamericanos y algunos países europeos adoptaban medidas para gradualmente relajar sus límites a la movilidad y el comercio, la intensificación del brote en el gigante sudamericano (con sus 211 millones de habitantes) llevó a los hospitales al límite, por lo que algunas víctimas murieron en sus casas.
"Aquí tenemos todas las condiciones para que la pandemia se vuelva mucho más seria", dijo Paulo Brandão, virólogo de la Universidad de São Paulo.
Brasil reportó oficialmente unas 4.500 muertes y casi 67.000 infecciones confirmadas, pero se cree que las cifras reales, como en muchos otros países, son mucho más elevadas dada la falta de pruebas y que muchas personas sin síntomas severos no buscaron atención hospitalaria.
Algunos científicos indicaron que probablemente más de un millón de personas en Brasil estén infectadas. Y la crisis de salud podría recrudecerse ahora que el país entra en el invierno, que puede empeorar las enfermedades respiratorias.
Bolsonaro cuestionó la seriedad del coronavirus y dijo que las personas necesitan reanudar sus vidas para evitar una crisis económica. Sin embargo, la mayoría de los gobernadores estatales en el país adoptaron restricciones para contener la propagación y presionaron a la gente a quedarse en casa.
A mediados de abril, Bolsonaro despidió a su popular ministro de salud después de una serie de desacuerdos acerca de los planes para contener el virus, y lo reemplazó con un defensor de la reapertura de las actividades económicas. Los residentes protestaron asomándose por sus ventanas y golpeando ollas y sartenes.
Funcionarios médicos de Río de Janeiro y de al menos otras cuatro ciudades importantes advirtieron que sus sistemas hospitalarios están al borde del colapso o demasiado saturados para recibir a más pacientes.
En San Pablo, la ciudad más grande de Sudamérica en una zona metropolitana muy concentrada con más de 21 millones de residentes, las autoridades emitieron 236 certificados de defunción en las últimas dos semanas para personas que fallecieron en sus domicilios, el doble de la cantidad previa al brote, según el servicio paramédico Samu.
Manaos, una ciudad amazónica con 1,8 millones de habitantes, registró ayer 142 muertes, la mayor cantidad hasta la fecha, entre ellos 41 personas que fallecieron en casa. La industria funeraria de Brasil advirtió la semana pasada que la ciudad se quedaba sin ataúdes y que "pronto podrían dejarse cadáveres en las esquinas".