Fuente: <b>DEPORTV</b>
Carles Rexach, uno los cinco futbolistas que más veces vistió la camiseta del Barcelona (los otros cuatro son Xavi, Carles Puyol, Migueli y Víctor Valdés) quedó deslumbrado por la increíble habilidad de un chico argentino de piernas flacas y poca estatura.
Ése chico sufría de un problema de crecimiento y el costo del tratamiento (900 dólares por mes) no quería ser afrontado por Newell's, el club donde jugaba. Tampoco quisieron costearlo en River, institución a la que Jorge -el padre del nene- había ido a golpear la puerta.
Rexach estaba convencidísimo de que lo que había visto era algo fuera de lo común, y así fue que le insistió tanto al presidente del Barcelona, Joan Gaspart, para que este aceptara pagar los pasajes del chico y su papá para que se pudiera probar en el predio de La Masía, cocina de los futuros cracks de la institución blaugrana.
El chico, de nombre Lionel y de apellido Messi, llegó al club el 17 de septiembre de 2000 y con sus primeros movimientos dejó con la boca abierta a los presentes, quienes no dudaron ni un segundo en contratarlo y darle todas las comodidades que semejante diamante en bruto requería.
Lo que vino después es por demás conocido: el diminuto jugador argentino comenzó a crecer y se cansó de hacer goles en las divisiones formativas del Barcelona hasta que en 2005, con apenas 17 años, se convirtió en el jugador más joven que debutó en la Primera de la Liga de España con la casaca del poderoso conjunto culé.
Desde ése momento, la Pulga jugó más de 400 partidos, hizo más de 400 goles y se cansó de engordar las vitrinas del Barcelona.