"Se decía que no íbamos a poder competir, pero yo dije que los jugadores argentinos tienen un temperamento que había que poner en la balanza porque iban a querer superarse de la situación a la que estábamos sometidos. Y se dio así porque los equipos argentinos están en su mayoría clasificados".
El 19 de octubre de este año, Marcelo Gallardo hizo un análisis que él mismo se encargó de recordar este miércoles en la conferencia previa a la revancha de River contra Nacional. Fueron seis meses de inactividad en el fútbol argentino por culpa de la pandemia y se puso en duda lo que pudieran hacer los equipos tras el regreso. El contexto era, y sigue siendo, complicado, pero los futbolistas gambetearon los obstáculos, se coparon y dieron una muestra de carácter y orgullo que genera asombro en el resto de los países del continente.
El parate en Primera fue exactamente de 228 días. El 20 de marzo, el Covid-19 suspendió el show y recién el 30 de septiembre se volvió a levantar el telón en la actual Copa Diego Armando Maradona que organiza la Liga Profesional. Sin embargo, un mes antes, Boca, River, Racing, Defensa y Justicia y Tigre fueron protagonistas de la reanudación de la Copa Libertadores. Mientras la curva de casos iba creciendo, los futbolistas se las rebuscaron como podía. Algunos se entrenaron con más comodidades y hasta con gimnasios montados en sus casas, pero otros tuvieron que correr la mesa y se ejercitaron en el comedor del departamento y hasta en los balcones, todos intercambiando rutinas con los profes y los detés por zoom.
El día que Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, confirmó la reanudación de la Copa, la bronca y el temor a las lesiones brotaron de repente. Russo, Gallardo, Beccacece, Crespo y Gorosito se las rebuscaban para entrenar y darles ritmo a los muchachos en medio de un estricto protocolo que limitó la cantidad de profesionales en las prácticas. Y a la par, en países como Brasil, Uruguay, Chile los torneos locales seguían jugándose bajo la nueva normalidad... Al final, los cinco clubes le pusieron el pecho a la grave crisis económica que generó la pandemia y al éxodo de futbolistas a mercados atípicos y, salvo el Matador (dio batalla estando en la B Nacional) y el Halcón, los otros tres llegaron hasta los cuartos de la Libertadores.
En la Copa Sudamericana la historia fue similar. Si bien volvió en octubre cuando el campeonato argentino estaba en marcha y en la previa se habían disputado algunos amistosos, la falta de roce de competencia parecía que se iba a sentir. Los signos de interrogación volvieron a aparecer y el temperamento del jugador argentino floreció: salvo Unión, que cayó por un ajustado 1-0 en el global contra Bahía, Independiente, Vélez, Lanús y Defensa y Justicia -quedó tercero en su grupo en la Libertadores- se metieron entre los ocho mejores de la competición.
Se termina este atípico 2020 y a la hora de ver las llaves de ambas copas, las banderas argentinas vuelan alto: River pasó a las semis de la Libertadores -lo espera Palmeiras- y Racing o Boca llegarán a la misma instancia antes del brindis de Navidad y chocarán contra Santos. A su vez, Vélez enfrentará a Lanús, Defensa irá contra Coquimbo de Chile y al menos habrá un finalista argentino en la Sudamericana.
La extensa inactividad, la crisis en las arcas de los clubes producto de la falta de ingresos, la suba del dólar, la salida desesperada de jugadores a ligas impensadas con el fin de asegurarse los ingresos mensuales en medio del coronavirus. Todos esos factores, entre tantos otros, no fueron suficientes para apagar el fuego sagrado y las ganas de competir del jugador argento: cinco equipos argentinos cerrarán el año en las semis de las copas internacionales que atrapan a toda América.
"Esto le hace bien al fútbol argentino para darnos cuenta que tenemos materia prima para que todo pueda ser mas organizativo. Tienen que ser las bases para trabajar con dignidad y posibilidad de desarrollo. Es una gran muestra de caracter de nuestros futbolistas", sentenció Gallardo, reflejando que nuestro querido fútbol argentino tiene un potencial único que ni la pandemia pudo cortar.