De Diego Maradona se recuerda su título en el Mundial de 1986, en el Juvenil de 1979, en Boca y también en el Napoli. Sin embargo, poco se menciona la Copa Artemio Franchi de 1993, un certamen avalado por FIFA que quedó en el olvido pero que tiene un significado especial en la carrera del Diez: fue su último trofeo. Y lo hizo con su camiseta favorita, la de la Selección Argentina, y ante su gente.
Fue un 24 de febrero, en el José María Minella de Mar del Plata. La Albiceleste se había clasificado tras consagrarse en la Copa América de 1993; Dinamarca, el rival, llegaba agrandado tras la proeza de la Eurocopa de 1992, a la que se había clasificado por la ventana y finalmente había ganado de la mano de los hermanos Laudrup. De todas maneras, Michael (ya estaba en Barcelona) se había bajado del partido en La Feliz.
En los 120 minutos igualaron 1 a 1. Néstor Craviotto había abierto el marcador con un gola en contra. Claudio Paul Caniggia había igualado para Argentina. Y en la definición por penales brilló Sergio Goycochea, quien atajó los remates de Bjarne Goldbæk y Kim Vilfort. Maradona hizo el primero, Julio Saldaña el último, y el seleccionado dirigido por Alfio Basile se llevó el triunfo or 5 a 4, y desde luego, el trofeo.
Diego volvió a sentirse jugador. No era convocado a la Albiceleste desde la dolorosa final de Italia '90. En realidad, sí lo había hecho: seis días antes de la Artemio Franchi, había participado de un amistoso contra Brasil. Luego, reapareció en el Repechaje para Estados Unidos '94 ante Australia. En el medio, el 5 a 0 contra Colombia en el Monumental, su presencia con Claudia en la tribuna y el recordado grito de guerra de los hinchas en medio de la debacle: "Maradoooo, Maradooo".