El paranaense Roberto Fabián Ayala es un símbolo de la Selección. Desde su debut con la Albiceleste en noviembre de 1994 (victoria ante Chile 3 a 0) hasta su retiro en 2007, el Ratón se consolidó como uno de los referentes de la zaga central.
Sus participaciones en los mundiales de 1998, 2002 y 2006 tuvieron un condimento distinto al que le provocó representar al país bajo el espíritu olímpico. "Los Juegos son muy diferentes a cualquier competencia para un futbolista profesional. Recién me di cuenta en Atenas de la importancia que tiene participar en uno. En parte, por el técnico que teníamos (Marcelo Bielsa), quien nos ayudó a descubrirnos al amateur que llevábamos dentro", explicó el ex defensor al sitio oficial de Buenos Aires 2018.
Su primera experiencia olímpica fue en Atlanta 96, cuando el equipo que conducía Daniel Passarella logró la medalla de plata. A pesar de llevar la bandera nacional al podio, su recuerdo es agridulce: "En una jugada en el último minuto decidimos tirar el fuera de juego, algo muy criticado, pero que para mí estuvo bien, porque pensábamos que era el momento ideal para hacerlo, pero no salió. Además, perdimos ante una generación de futbolistas nigerianos que después triunfaron en varios clubes".
La contracara se dio en Atenas, en una especie de revancha del fracaso que había sufrido en el Mundial del 2002. "Ahí fue diferente. Era un equipo que venía armado, salvo por los tres jugadores mayores de 23 años. De la mano de Marcelo (Bielsa) pudimos lograr el objetivo. Teníamos una idea que respetábamos y la llevábamos a cabo. Fue un fútbol vistoso e intenso. Pudimos ser el equipo más goleador y terminar con la valla invicta", analizó.
Como los métodos del Kaiser eran distintos a los del Loco, la concentración en Estados Unidos fue completamente opuesta a la de Grecia. "En Atlanta estuvimos en otra ciudad, separados. Nos colgamos la de plata y no le dimos el valor que tenía realmente, porque en el fútbol nadie se acuerda de los segundos. Ganar una medalla es tocar el cielo con las manos. Nosotros habíamos tenido esa posibilidad y no le dimos el valor que había que darle, pero con el tiempo nos dimos cuenta", confesó.
Desde el punto de vista del ex zaguero central, la gran diferencia que le permitió comprender la verdadera magnitud de la competencia multideportiva fue que en 2004 "el equipo estuvo en la Villa Olímpica y pudo vivir el espíritu amateur que reina en ese lugar".
"Tuvimos la fortuna de ganar la medalla dorada, pero sobre todo entendimos el fuego sagrado, el valor de estar en un Juego Olímpico y el hecho de cruzarte con otros atletas de todo el mundo. Entendimos lo que significa para ellos llegar y competir en un evento así. Imaginate lo que es colgarse una medalla", deslizó.
Con una trayectoria notable, Ayala también se dio el lujo de brindarles un mensaje a los jóvenes que participarán en Buenos Aires 2018. "Es una oportunidad única que se les ha presentado de representar a su país. Tienen que disfrutar de los Juegos y de cada momento con sus compañeros. Conocer gente de otros países y de otras competencias, más allá del resultado que consigan. Lo ideal es que se queden con la experiencia vivida, que es lo que me pasó a mí", concluyó.