Había que jugarlo con el corazón en la mano y las palpitaciones a mil para controlar a un equipo que llegaba con ganas de mostrarse ante la ausencia de sus habituales titulares. Y los argentinos analizaron cada detalle del seleccionado de la Rosa entresemana para plantear un muy buen partido desde lo estratégico.
Ya desde el arranque los planetas se alinearon para el conjunto albiceleste, que rompió el cero luego de un preciso rastrón de Nico Sánchez que terminó con el debutante Emiliano Boffelli revolcado de gloria en el ingoal.
Dos penales de Ford y un excelente contragolpe gestado a partir de una pelota recuperada, les permitieron a los británicos adelantarse tras la espectacular palomita de Marland Yarde, pero la convicción de los dirigidos por Daniel Hourcade llevó a Tomás Lavanini a la zona prohibida decretando el 17-13 con el que se extinguió la primera parte.
El infalible Ford acercó a la visita, que rápidamente tomó el control del juego en la segunda mitad con la conquista de Jonny May. ¿Qué pasó a partir de ahí? Landajo frotó la lámpara y se mandó un jugadón para que De La Fuente desparrame su humanidad debajo de las haches y Tuculet lo imitó minutos más tarde con una jugada que contó con el sello distintivo de su entrenador.
Pero la inestabilidad que caracteriza a este equipo, que pasa de momentos brillantez a errores impropios de un seleccionado, le otorgó a Inglaterra la chance de volver al partido. ¿Cómo? Primero dejando pasar la chance de sumar a través de un fallido envió a los postes de Sánchez y luego con un penal y un try que George Ford marcó para la paridad en 31.
Sin embargo, la rebeldía de un equipo que luchó contra sí mismo, llevó a Los Pumas a golpear una y otra vez las puertas del ingoal para que Bertranou habilite a Hernández que aportó un exquisito drop que reventó el Estadio Bicentenario de San Juan.
Pero, siempre parece haber un pero cuando se trata de este equipo, Denny Solomona esquivó una endeble marca nacional a un minuto del final y le dio un agónico triunfo los ingleses para que Eddie Jones mantenga su sonrisa socarrona y se mofe, nuevamente, del presente Puma.