Candela cumplió 15 años el 16 de mayo y había soñado con un gran festejo que no pudo ser por la pandemia por el coronavirus y porque su papá se quedó sin trabajo. Pero María Rosa, su mamá, tuvo una gran idea a la que se sumaron los familiares y hasta los vecinos.
El vals empezó a sonar a las siete de la tarde en las calles de Chos Malal, una localidad de poco más de 400 habitantes en la provincia de Neuquén. Candela agarró de la mano a su papá y empezaron a bailar. No hubo cotillón, ni DJ, ni catering, pero el momento fue igual de emocionante y quedará guardado para siempre.
Candela tenía puesto un vestido celeste, que le prestó su prima al igual que los zapatos, y una tiara de princesa. Su papá también se vistió de fiesta con un saco rojo y pantalón negro. Los dos llevaban barbijos. Y como si el tiempo se hubiera detenido bailaron al compás de la música y disfrutaron de ese momento que tanto habían soñado.
No sólo la pandemia impidió el festejo que había soñado Candela. "Mi marido se quedó sin trabajo y todavía no le pagaron la indemnización. Consiguió otro, pero los ingresos no son los mismos. Desde hace dos años venimos planeando e festejo, pero no pudimos hacerlo", se lamentó María Rosa, la mamá de Candela en diálogo con <i>TN</i>.
<i>Candela también tuvo su torta de cumpleaños.</i>
El día anterior, la mujer fue a la casa de cada uno de los vecinos para contarles la sorpresa y todos se prendieron. Por eso, cuando la nena y su papá salieron a bailar, estaban todos detrás de las ventanas aplaudiendo.
Durante varios días la familia de Candela estuvo pensando cómo homenajearla ese día. Hasta que se les ocurrió que bailara el vals en la calle del barrio Cordillera de los Andes, donde viven. Fue María Rosa quien la maquilló, peinó y hasta le consiguió la tiara. Sus hermanos se sumaron al baile entre abrazos y risas cómplices.
<i>Candela con sus papás durante el festejo de sus 15 años.</i>
Sus tíos y primos, que no quisieron perderse esta celebración tan especial, se subieron a sus autos y pasaron por el lugar tocando bocina y haciendo juegos de luces.
A toda la familia le gusta el folclore y son bailarines, por eso después del vals hubo tiempo para bailar una samba que también disfrutaron los vecinos y que Candela había elegido en caso de que hubiera festejo de cumpleaños.
"Una mañana, cerca de las seis y media, escucho llantos en casa. Voy hasta la habitación y la encuentro a Candela llorando. Le pregunté qué le pasaba y me confesó que si bien ella era muy alegre, en ese momento estaba triste porque se acercaba su cumpleaños y no iba a poder estar con sus amigos ni abrazar a sus primos. La consolé, y ahí se me ocurrió prepararle este festejo sorpresa", contó la mamá.
Si la situación económica mejora, Candela podrá festejar sus "dulces 16", acompañada de todos sus seres queridos.