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España vive la segunda ola del coronavirus: Madrid es la región más afectada

Los contagios se encuentran disparados hasta cifras similares a las de marzo, aunque la letalidad y la gravedad de la enfermedad son ahora mucho menores.

4 de Septiembre de 2020

España es líder de Europa en contagios en lo que los expertos ya han consensuado en calificar como la segunda ola de la pandemia de coronavirus que se inició a principios de año. Si durante la primera, fue Italia el país que centró todas las miradas y a partir del cual el SARS-CoV-2 se extendió al resto del continente, ahora es España quien se encuentra en el ojo del huracán.

 

Así, si la tendencia actual continúa, el país íbero será el primero de Europa en alcanzar la cifra de 500.000 contagios en los próximos días. Un récord que solo han rebasado potencias mucho más pobladas como EE.UU., Brasil, India o Rusia, o países latinoamericanos como Perú, Colombia o México, además de Sudáfrica.

 

 

 

Pero además del elevado número de positivos, desde marzo España cuenta con una de las tasas de fallecidos por covid-19 más altas del planeta, solo superada por Perú, Bélgica y el Reino Unido, con 62 muertes por cada 100.000 habitantes. En total, 29.234 personas han perdido la vida durante esta pandemia.

 

<b>Contagios disparados</b>

La tasa de contagios reciente de España no tiene comparación con la de ningún país de su entorno. Solo en la última semana se han diagnosticado más de 47.000 nuevos casos, casi 100.000 si nos vamos una semana más atrás. Así, en los últimos siete días el país cuenta con 100 infecciones por cada 100.000 habitantes, una tasa mayor que la de EE.UU., más del doble de la de Francia y que multiplica prácticamente por ocho la de Italia y el Reino Unido.

 

Una de las claves puede estar en el número de test que se realizan actualmente. En la última semana el país ha incrementado su capacidad de realizar pruebas de coronavirus un 10 %, hasta alcanzar los 9.210.000 pruebas totales, con regiones como Navarra que han llegado a realizar algún tipo de prueba (PCR o serológica) al 32 % de su población. Solo entre el 24 y el 30 de agosto se han realizado en todo el país 593.741 PCR.

 

Se culpa de este nuevo y alarmante repunte de la curva de positivos a la intensa reactivación de la vida social, a las reuniones con amigos y familiares y, cómo no, a la llegada del turismo, en ocasiones, como sucedió con el Reino Unido, desde países que tenían tasas mucho más elevadas de contagios que la española.

 

Así, el ocio nocturno ha sido ampliamente señalado, pues ha dado lugar a algunos de los brotes más numerosos, pero en este caso también con el mayor porcentaje de asintomáticos y de personas con síntomas leves de la enfermedad, debido, sobre todo, a la baja edad media de los afectados.

 

<b>Letalidad bajo mínimos</b>

A pesar del número alarmante de nuevos positivos, que está alcanzando ya cifras similares a las de finales de marzo, durante el pico de la pandemia, los datos referidos a fallecimientos están muy lejos de equipararse a los de aquella época.

 

Actualmente afloran más positivos porque hay una mayor capacidad de detección de asintomáticos, que representan alrededor del 50 % de los nuevos casos. Ahora se conoce mucho mejor el comportamiento del nuevo virus, lo que hace que la capacidad de rastreo y de acotamiento de contactos estrechos dé como resultado un mayor número de casos localizados, pero también una menor gravedad de los mismos. A finales de marzo, con cifras de positivos diarios similares, se registraban más de 700 fallecimientos cada jornada, ahora se rozan las dos docenas.

 

Además, si en marzo y abril la edad media de los pacientes con covid-19 ingresados en centros hospitalarios superaba los 60 años de edad, ahora la media se encuentra por debajo de 40.

 

Asimismo, durante la primera ola el virus entró de lleno en las residencias de mayores, donde se concentra el mayor porcentaje de población vulnerable (por edad y por patologías previas): en los dos peores meses de la pandemia el coronavirus se llevó por delante la vida del 7 % de los residentes en geriátricos, más de 19.000 personas que fallecieron con test positivos o con sintomatología compatible. Sin embargo, ahora estos centros están blindados y, por el momento, se cuentan de manera puntual los brotes en estos establecimientos.

 

La semana pasada el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, la cara visible en España de esta crisis sanitaria que ha analizado los datos en comparecencias diarias, señalaba que con 3.781 nuevos contagios y 25 fallecidos en 24 horas, la letalidad del covid-19 se situaba en un 0,4 % y sostenía, además, que la presión hospitalaria todavía no preocupaba.

 

<b>Las UCI: bajo control</b>

Donde se puede comprobar claramente la diferencia entre la primera ola y esta segunda es en el nivel de saturación de los hospitales, y más en concreto, de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). A finales de marzo y en abril, con un nivel similar de contagios, estas unidades hospitalarias colapsaron en muchos territorios, como fue el caso del epicentro de la pandemia en el país, la Comunidad de Madrid.

 

Ese colapso se tradujo en que a muchos pacientes, como fue el caso de muchos internos en residencias de la tercera edad, les fue denegado el traslado hospitalario, lo que significó el fallecimiento de muchas personas sin tener acceso a tratamiento médico que podría haber salvado sus vidas.

 

En la actualidad, en todo el país hay 6.924 enfermos con covid-19 ingresados en hospitales, 874 de ellos en UCI, lo que representa una ocupación del 6 % de las camas. La situación es sensiblemente diferente de unos territorios a otros. Mientras en Asturias se alcanza tan solo el 1 % (4 enfermos), en la Comunidad de Madrid ya son el 15 % (216) de las plazas las ocupadas tan solo por pacientes de coronavirus.

 

Para comparar, hay que tener en cuenta que durante los primeros días de abril había más de 5.000 personas en unidades de cuidados intensivos. Cerca del 60% de estos ingresos se repartían entre Cataluña y Madrid. También otras comunidades autónomas (como Castilla-La Mancha, Castilla y León o Navarra, entre otras) comprobaron cómo la capacidad de camas UCI previa a la pandemia alcanzaba la ocupación máxima.

 

En concreto, en la Comunidad de Madrid, desde el 20 de marzo los ingresos superaron la capacidad normal de las UCI. El 1 de abril, con 1.502 personas en estas unidades, se llegó a triplicar la capacidad del Sistema Nacional de Madrid en este territorio, que se palió con la apertura de un hospital de campaña para enfermos covid y ampliaciones de unidades ya existentes.

 

Ahora, a principios de septiembre, con los últimos trabajadores de vacaciones incorporándose a sus puestos de trabajo y con el regreso a las aulas de los escolares a la vuelta de la esquina, queda por ver si la tendencia actual se mantiene o si el sistema sanitario volverá a ver en tensión sus costuras.

 

Simón ha comparado la situación actual, señalando que la ocupación que se da ahora con la misma enfermedad "siempre es importante, pero estamos muy lejos de marzo". "En el pico de la pandemia llegamos a tener un 55 % de las camas ocupadas con covid", ha relatado.

 

<b>Madrid: de nuevo la región más afectada

</b>Durante el estado de alarma, entre el 14 de marzo y el 21 de junio, el Gobierno de España, encabezado por el ministerio de Sanidad, impuso estrictas normas acompañadas de sanciones que lograron reducir la incidencia del nuevo virus al mínimo. Pero a partir de esa fecha, las competencias sanitarias volvieron a recaer en cada uno de los 17 gobiernos regionales y las normas dejaron de ser comunes, como, por ejemplo, la obligatoriedad o no del uso de mascarillas en espacios abiertos.

 

Así las cosas, la Comunidad de Madrid vuelve a ser, como ya sucediera en la primera ola, la región española más afectada por la propagación del SARS-CoV-2. Desde que comenzó la pandemia acumula más de 133.000 positivos, más que países como Portugal, Bélgica, Países Bajos, Suiza, Austria, Grecia o Suecia, Estados con una población bastante superior a la de la región madrileña.

 

En los últimos 7 días en este territorio se han diagnosticado más de 14.000 casos, y más de 31.000 en los últimos 14. En este periodo su incidencia acumulada se ha disparado hasta los 467 casos cada 100.000 habitantes, multiplicando por más de dos la media del país, situada en 212. De esta manera, en las últimas jornadas 1 de cada 3 contagios se ha detectado en la región que alberga la capital del país.

 

Todas las miradas se centran ahora en la vuelta al colegio en este territorio, cuya gestión de la crisis sanitaria ha sido duramente criticada en los últimos meses. Así, hay muchas dudas de que las medidas anunciadas hace apenas una semana por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, como la contratación de casi 11.000 docentes, estén en marcha en las primeras semanas de clase.

 

Otras de esas medidas, como la realización de pruebas serológicas masivas a todos los docentes también han levantado ampollas. En primer lugar, por la privatización de este servicio, en segundo lugar, por el tratamiento de los datos personales y, en tercer lugar, por su gestión: la convocatoria este miércoles de los profesores, con tan solo unas horas de antelación, provocó enormes colas que motivaron que las pruebas tuvieran que ser suspendidas y programadas para jornadas posteriores.

 

El incremento de los positivos una vez los escolares estén en las aulas se da por hecho, como afirmó la propia Díaz Ayuso, quien este miércoles sostuvo que "prácticamente todos los niños" se van contagiar de coronavirus a lo largo de este curso. Pero no se trata de algo que afecte tan solo a la situación sanitaria, sino que la economía también puede enfrentar una nueva prueba.

 

Así, los padres de los niños que den positivo en coronavirus tienen derecho a una baja médica, como contacto estrecho de un caso confirmado. No sucede lo mismo con los progenitores de aquellos niños que tengan que permanecer en cuarentena pero con una PCR negativa, aunque previsiblemente recurrirán a otros permisos o a la reducción de jornada para atenderlos, para evitar el riesgo de acudir a quienes hasta ahora hacían posible la conciliación en el país, lo abuelos, que son población de riesgo.

<b>

Vuelven las restricciones</b>

El aumento de las cifras de coronavirus que se empezó a vislumbrar a partid del 21 de junio, cuando el fin del estado de alarma llegó acompañado del final de la desescalada de las medidas restrictivas para luchar contra la propagación de la enfermedad, se ha acelerado durante este agosto.

 

Ahora, después de que el país pasó por una de las cuarentenas más estrictas del mundo, pero también con una de las aperturas más rápidas con la vista puesta en poder salvar parte de la temporada turística, clave para la economía del país, vuelven poco a poco las restricciones.

 

Ya son varios los territorios que han anunciado nuevas medidas frente al covid-19. En Andalucía, la Consejería de Salud y Familias ya ha decretado el cierre de las playas de 21.30 a 7.00 horas, la suspensión de las actividades presenciales en los centros de día si hay un caso confirmado, la reducción del aforo en eventos y celebraciones hasta el 75 % y las reuniones de un máximo de 10 personas en establecimientos de hostelería como mucho hasta la 1.00, entre otras medidas.

 

En Madrid, este jueves se ha anunciado la reducción de aforos en eventos como bodas, velatorios o espectáculos, así como en reuniones familiares hasta un máximo de 10 personas. Antes, la semana pasada, a pesar de las declaraciones de miembros del Gobierno regional sobre que la situación está controlada, el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, decidió cerrar los parque a partir de las 10 de la noche para evitar las reuniones de jóvenes para beber.

 

Una semana antes, el Gobierno de Cataluña ya cerró el ocio nocturno, restringió el horario de bares y restaurantes y recomendó limitar los encuentros sociales a un máximo de 10 personas.

 

Por el momento parece que el país descarta volver al cierre total y lo que se espera son aislamientos selectivos de poblaciones, barrios o edificios, o bien cierre de servicios concretos como colegios o residencias de mayores específicas.

 

Ahora queda por ver si España va a ser un caso único en Europa o se trata de la avanzadilla, es decir, del espejo en el que se van a mirar dentro de poco los demás países europeos. (RT)

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