Internacionales Efectos del Coronavirus

Detectan anticuerpos que empeoran al Covid-19 y boicotean el sistema inmune

Afirman que hay anticuerpos negativos para la recuperación de pacientes. Un estudio descubre defectos genéticos innatos que multiplican la peligrosidad de una infección por coronavirus en al menos, uno, de cada diez pacientes graves.

30 de Septiembre de 2020

Más del diez por ciento de los enfermos graves de COVID-19 producen un tipo de anticuerpos que en lugar de protegerle del virus empeora la infección al boicotear su sistema inmune.

Es el resultado de un estudio internacional que puede explicar por qué algunas personas pasan el coronavirus sin enterarse o con síntomas muy leves mientras otras desarrollan una enfermedad grave o mortal.

 

Hasta ahora se conocían tres grandes factores de riesgo: ser hombre, ser mayor y tener enfermedades previas. El trabajo añade una cuarta: defectos genéticos congénitos que pueden impedir que el sistema inmune combata y elimine al virus. Este tipo de problema parece ser mucho más común en hombres que en mujeres.

"Este hallazgo va a cambiar el tratamiento de algunos pacientes", explica Carlos Rodríguez-Gallego, inmunólogo del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y coautor del estudio, que se publicó el jueves pasado en la revista Science.

 

 

 

"Nuestro equipo está estudiando ya cómo establecer ensayos clínicos para identificar a los pacientes que producen este tipo de autoanticuerpos y tal vez tratarlos con otro tipo de anticuerpos para contrarrestar el problema", señala.

El estudio analizó la sangre de casi mil pacientes con neumonías muy graves provocadas por el coronavirus y la comparó con la de 600 infectados asintomáticos o con síntomas leves y con un tercer grupo de 1.200 voluntarios sanos.

En el 10,2 por ciento de los pacientes graves se encontraron anticuerpos que neutralizan al interferón tipo 1, una molécula esencial para lanzar una alarma general cuando un virus entra en nuestro cuerpo.

 

Minutos después de que el SARS-CoV-2 infecte a una célula se pone en marcha la primera línea de defensa de nuestro sistema inmune. Cuando detectan la presencia del virus, las células dendríticas comienzan a producir una proteína que manda una señal de alarma a todo el cuerpo: el interferón 1.

Estos interferones pueden unirse a las células de casi todos los tejidos del cuerpo y modifican su metabolismo para que activen sus mecanismos de defensa antiviral.

 

 

 

Lo que observó este trabajo es que un porcentaje de pacientes tiene defectos genéticos que les hacen producir anticuerpos que, en lugar de encontrar y neutralizar al virus, están diseñados para bloquear al interferón 1.

El estudio encontró varios tipos de anticuerpos contra los interferones en ese 10,2 por ciento de pacientes y apunta a que son los causantes de que estas personas empeoren hasta ver peligrar su vida.

"El interferón se llama así porque interfiere con la multiplicación del virus y la detiene", explica Javier Martínez-Picado, investigador ICREA en IrsiCaixa y coautor del estudio. "Los autoanticuerpos que producen estos pacientes secuestran al interferón y lo anulan", resalta.

 

En otro trabajo también publicado en Science, el mismo consorcio internacional muestra que determinadas alteraciones genéticas que afectan a la producción de interferón explicarían el 3,5 por ciento de los casos graves de COVID-19. Ambos trabajos ayudan a explicar por qué un 14 por ciento de las personas infectadas acaban desarrollando una enfermedad grave que les puede matar, publicó <i>El País</i>.

Se trata del mayor estudio hasta la fecha sobre las causas genéticas del coronavirus grave, asegura Martínez-Picado, especialmente porque demuestra la acción de estos autoanticuerpos.

 

Los científicos demostraron que si a células infectadas con SARS-CoV-2 se añade interferón 1, la infección se paraliza. Pero si se añade plasma de pacientes que producen estos autoanticuerpos la infección se reinicia y los virus continúan haciendo decenas de miles de copias de sí mismos.

No es que el virus active la producción de estos anticuerpos de efecto negativo, sino que su producción se debe a defectos genéticos innatos del sistema inmune. La presencia de estas moléculas "es un mal augurio en la progresión clínica del paciente", explica Martínez-Picado.

 

 

 

Un dato interesantísimo es que el 95 por ciento de los pacientes que producen estas moléculas son hombres. Y esto es sorprendente, pues las enfermedades autoinmunes son más frecuentes en mujeres que en hombres.

La detección de estos anticuerpos no es práctica clínica habitual, pero es fácil desarrollar test poco complejos para detectarlos y también análisis genéticos que identifiquen a los pacientes que los producen.

 

¿Por qué hay personas jóvenes sin dolencias previas que enferman graves de COVID-19 o incluso mueren? Esta es una de las preguntas que inició el trabajo del Proyecto de Genética humana y Covid, liderado por Jean Laurent Casanova, investigador del Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina de Francia y de la Universidad Rockefeller de los EE. UU.

Parte de la respuesta puede estar en defectos genéticos poco comunes; de forma que tal vez haya tres pacientes con la misma mutación, uno en Nueva York, otro en Sídney y uno más en Tokio.

 

Puede haber decenas de defectos genéticos como estos que expliquen parte de los casos más graves y la única forma de identificarlos y establecer un patrón es estableciendo una colaboración internacional como esta, explica Casanova en la web del consorcio, formado por cientos de hospitales que contribuyen muestras de sangre de pacientes y nodos de secuenciación genética donde se analizan las muestras.

 

 

 

En España participaron además del hospital Canario, los hospitales Germans Trias i Pujol, Vall d'Hebron de Barcelona y Hospital Universitario Mutua de Terrassa, así como los centros de investigación Idibell e IrsiCaixa.

"Es un estudio muy interesante que puede explicar en parte por qué algunos hombres mayores tienen peor pronóstico", explica Manel Juan, inmunólogo del Hospital Clínico de Barcelona. "Ahora habrá que reconfirmar estas observaciones con más enfermos y, sobre todo, estudiar la presencia de estos anticuerpos a lo largo del tiempo", añade.

 

Los dos trabajos pueden ayudar a detectar a los pacientes con mayor riesgo de sufrir neumonías potencialmente mortales e incluso de buscar tratamientos específicos para ellos. Rodríguez-Gallego apunta dos.

El sistema inmune es un complejísimo conjunto de moléculas con funciones especializadas: anticuerpos que neutralizan partículas virales, linfocitos que identifican células infectadas y las matan, células B capaces de producir decenas de miles de anticuerpos y células asesinas naturales.

 

Entre todas ellas, hay tres grandes tipos de interferones y, dentro del tipo uno, hay 17 clases diferentes. "Si nos encontramos con pacientes que producen anticuerpos contra el interferón alfa, que es un tipo de interferón 1, podríamos tratarlos con interferón beta, que ya se usan como fármaco en otros contextos", explica el inmunólogo.

La segunda opción es hacer una plasmaféresis: un filtrado de la sangre del paciente para eliminar los anticuerpos malignos y también otras moléculas inflamatorias que pueden estar empeorando la enfermedad.

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