Alemania puso fin a las mascarillas caseras o compradas en negocios de ropa y exige el uso de mascarillas profesionales, sean las quirúrgicas o las FFP2, para acceder al transporte público, al comercio o a los servicios administrativos.
En la misma reunión entre la canciller Angela Merkel y los presidentes de las regiones en la que quedó fijado que solo las mascarillas profesionales ofrecen un nivel aceptable de protección, también se decidió prolongar al menos hasta el 14 de febrero el cierre vigente desde el 2 de enero, que afecta a gastronomía, ocio, cultura, deporte y comercio, excepto supermercados y farmacias, además de las escuelas y guarderías.
Este último punto fue el más conflictivo, el que mantuvo la reunión bloqueada durante horas en busca de un acuerdo. Aunque son los estados federados o Bundesländer son los que tienen competencia en Educación y para tomar la decisión que cada uno considere, la canciller Merkel impuso la conveniencia de establecer medidas válidas para todo el territorio alemán, más sencillas de entender y cumplir para la población.
También ha presionado cuanto ha podido a los gobiernos regionales para que endurezcan las restricciones actualmente en vigor, respaldada por los informes de expertos que aseguran que las nuevas mutaciones del virus, especialmente la británica, tiene mayor capacidad de infección, aunque no causa una enfermedad más grave. Uno de sus logros fue un acuerdo que convierte en obligatorio para las empresas el trabajo en casa en todos los puestos que así lo permitan, una obligación que estará en vigencia hasta el 15 de marzo como mínimo, con el objetivo de reducir el flujo de personas que utilizan el transporte público.
En marzo del año pasado el teletrabajo o "home working" alcanzó en Alemania al 30% de todos los trabajadores, actualmente solo el 14% adopta esta modalidad, un porcentaje que hacía recomendable convertir la recomendación en obligación. “Las duras restricciones que los ciudadanos están respetando comienzan a dar sus frutos”, comentó la canciller Merkel, en su primera declaración optimista en meses, "pero no es momento de bajar la guardia y es necesario actuar ahora contra las mutaciones del virus, especialmente la detectada en Reino Unido". El rigor de la canciller se impuso una vez más.